Un poema, otro, recuperado

poema de 1989 inédito

SAUCILLO

Sobre el arroyo, límite del cuerpo
recostado y fresco, la tarde acosa
sus pechos con ciruelas. Va bien
para el cansancio estar desnuda
y confiada, los ojos muy abiertos,
lejos de muchachos tan terribles.
Solo yo conozco este recodo de rara
transparencia, los árboles hermanos,
las hierbas de leche amarga y espinos
desiguales. Solo yo, cada tarde, corro
a desvestirme frente a ella, oculto
en matas de saucillo. Sobre su labio
los vencejos hacen bulla. En mi mano
gotas diferentes cada tarde, aviones.

(Riello 30.5.89)

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José Luis Campal me hizo llegar la imagen del poema, uno de los últimos escritos en Riello. Lo encontró revolviendo en sus papeles viejos, seguramente enviado por mí en su día para alguna de sus muchas hojas volanderas y fanzines.

En BlocdeJavier

EL AFILADOR

De la niñez conservas
los cubos de arena y los latidos
gigantes cuando el afilador
llamaba a tu puerta.
Pasó tu época dulcísima
y tus senos crecían sin cesar.
A veces, aún, recuerdas
los cuchillos con los que aquel hombre
te amenazaba, una vez
al mes solamente,
para que le tocaras el sexo.
Aquel hombre sabía de sobra
que te hacían llorar los solitarios.

de “O podríamos amarnos sin que nadie se entere” (Leonor, 1989)
en “Este cuento se ha acabado. Poesía reunida 2014-1977” (Renacimiento, 2015)
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Gracias, Francisco Javier. https://blocdejavier.wordpress.com/2015/10/21/el-afilador/

Este cuento se portadao podríamos amarnos

Este cuento se ha acabado en Trianarts 3

Este cuento se portada

HABLO de soledad,
de ese minucioso recorrido por mis manos
con las lágrimas repletas de noviembre.
Hablo para ti de las pequeñas multitudes
que acaecen al final de la tarde,
al final de lo absurdo
que se abruma en mi cuello con temporales de hiedra.
Hablo de un poema que se desliza
por tu nombre como bandadas de signos
queriéndote apresada, queriéndote
desnuda en mi superficie recóndita de lluvias.
Ya ves, acaso solo sea el mar ceniza y deseo.

De: “La memoria buscando sus disfraces” 1985–1986
Recogido en: “Este cuento se ha acabado. Poesía reunida 2014–1977″
Ed. Renacimiento 2015
ISBN: 978-848472-544-2

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Gracias, Concha. http://trianarts.com/luis-miguel-rabanal-hablo-de-soledad/

La memoria buscando

Este cuento se ha acabado en La Ciudad Sinnombre 2

Este cuento se portada
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ojalá estuvieras aquí, nos adueñaríamos del rencor de las paredes, del regocijo que se celebra con estruendos y con labios, cómo será tu cuerpo ahora, con qué cintas sujetarás el cadmio de tu infancia, el amianto perdurable de tu seno, da igual entonces, queda el corazón arrasado de palomas, y llega el silencio del adiós, mi pequeña Rená, como un desagravio de los días, llega el sobrecogimiento de estar inútilmente solo para siempre como una condena de estaciones, impávido el invierno ante ti, pero tu nombre era Rená, tan solo, y me descubro oyéndote, amor mío.

De Rená, a solas con nosotros (1983-1984)


En “Este cuento se ha acabado. Poesía reunida (2014-1977)”, Editorial Renacimiento, Col. Calle del Aire, Sevilla 2015. Frontispicio de Antonio Gamoneda. Prólogo de Tomás Sánchez Santiago. Epílogo de MJ Romero.

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Gracias, MJ. http://alfaro-laciudadsinnombre.blogspot.com.es/2015/04/este-cuento-se-ha-acabado-poesia.html?spref=fb

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Rená 1984

Este cuento se ha acabado en Asperezas

Este cuento se portada
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(mon amour firestone)

Lo mejorcito de la autopista
es viajar contigo, claro,
y después los parkings no vigilados
donde poder acariciarte más a gusto.
Es este nuestro trato: tú conduces
y yo toco tus rodillas metálicas,
humildemente tuyo. En ocasiones
tus nervios no me permiten jugar
como quisiera y me llamas suicida,
pero son las menos.
Mejor que todo eso es volver
a nuestra casa, y ducharnos, y contar
los accidentes que tuvimos con fortuna,
y engrasar nuestra complejísima
ortopedia.

De O podríamos amarnos sin que nadie se entere (1988-1989)

En “Este cuento se ha acabado. Poesía reunida (2014-1977)”, Editorial Renacimiento, Col. Calle del Aire, Sevilla 2015. Frontispicio de Antonio Gamoneda. Prólogo de Tomás Sánchez Santiago. Epílogo de MJ Romero.

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Gracias, Pepe. http://pepepereza.blogspot.com.es/2015/02/este-cuento-se-ha-acabado-poesia.html
También aquí:http://sopadepoetes.blogspot.com.es/2015/02/muy-pronto-alegria.html?spref=fb

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o podríamos amarnos

Este cuento se ha acabado en La Ciudad Sinnombre

Este cuento se portada

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LAS NIÑAS AZULES (DOLLY HAZE)

Parecería que el mar no es suficiente
para ella, que los nombres que la saben terminan
por amarla con sus brazos.
Ella misma se asemeja cruelmente a un naufragio, o a un abismo.
Cuando habla en voz baja de nosotros querríamos besarla
pues su dulzura es breve
y solo entonces reconoce nuestro aliento, recuerda nuestra boca.
Quizá sea ella la niña más azul de la distancia
y sin embargo la hemos atravesado tantas veces con el pudor
sucinto del deseo, con la verdadera pausa,
que es como un corazón que nos desviste poco a poco.
Pero después se calla, guarda su cabeza en la cajita mágica y extensa
de la noche y querría llorar como un ciempiés gigante
y nos miente con anémonas y vodka.

A veces ella dice que nunca más prestará atención
a nuestras manos,
que ya nunca volverá a gemir en nuestro pelo.
Pero nosotros seguimos sin creerla, su azul solamente es un arroyo
que nos tiembla cada día y la amamos y por ello es que se la puede ver
en días de septiembre con sus pequeñas caderas
repletas de nostalgia, con sus manos algo grises, con su pecho unánime.
Y al fin nos mira nuevamente y parece nuestro cuerpo
pues tal es su amargura, pues tantas veces en él hemos sido habitadores
de lo oscuro y de lo plácido como necios transeúntes, como estanques
apenas de su sueño.

De Labios de la locura (1983)

En “Este cuento se ha acabado. Poesía reunida (2014-1977)”, Editorial Renacimiento, Col. Calle del Aire, Sevilla 2015. Frontispicio de Antonio Gamoneda. Prólogo de Tomás Sánchez Santiago. Epílogo de MJ Romero.

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Gracias, MJ. http://alfaro-laciudadsinnombre.blogspot.com.es/2015/02/este-cuento-se-ha-acabado-poesia.html?spref=fb
También aquí: http://hankover.blogspot.com.es/2015/03/este-cuento-se-ha-acabado-luis-miguel.html

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labios de la locura

El anochecer es un taxi negrísimo

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Fragmento del poema VIII de Cáncer de invierno. Vídeo y voz de José Domingo Gutiérrez.
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(..…)
El anochecer es un taxi negrísimo
que asoma en la calle del Medio y es Obdulia
desnuda y dormida, soy yo si permanezco solo
mientras el mundo o su nostalgia acaba.
El contacto con cuanto es fugitivo arde en la boca
como si tuviera prisa por pasar el tiempo,
otros hombres hasta aquí venían a curar
su sarcoidosis.
Qué astuta elección si crees suficiente
desdramatizar tu afán por perdonarlo todo,
tu mejoría cuando el sol
seca tu frente de pensamientos voraces y difíciles.
No serás nunca el suicida que se sumerge con su idea
en el cieno absurdo de la noche y no mira su rostro
que le dice, no, no debes volver.
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Cáncer de invierno

Entrevista en el blog Fisiología de lo cotidiano

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LUIS MIGUEL RABANAL. LA BUENA POESÍA.
Por Jorge Herrería Franco

«De un solo amanecer se ha de reconstruir la infancia» LMR.

Olleir es un lugar donde todas las cosas devienen como consecuencia natural del tiempo. Como consecuencia también de sí mismo, Olleir –o mejor dicho, Riello- se convierte en la tierra natal de nuestro querido poeta Luis Miguel Rabanal, y no solo en su tierra natal, sino en sus paisajes más evocadores, un lugar donde la inspiración no se disfraza ni se anda con medias tintas, como Luis Miguel, y la ubicuidad del silencio se concentra solamente en los puntos y aparte.

En Riello, León, nace Rabanal un 20 de marzo en 1957. Su espíritu inquieto y su alma inconformista lo llevan a querer prender fuego, al menos eso confiesa, a las diversas instituciones religiosas donde estudió. Con posterioridad, se dedicó a luchar contra el tiempo escribiendo.

No me equivoco si afirmo que su obra, más allá de ser extensa por mero intento de sobresalir, lo es por el simple motivo de que escribir le otorga la vida, porque la palabra escrita es su arma y la poesía su medio. Con veintidos títulos de poesía en su haber (entre edición digital y en papel), se ha consagrado como uno de los poetas contemporáneos de culto españoles, que para muchos –como este servidor-, no es sólo un ejemplo de humildad y belleza, sino que también transmuta en orgullo.

Su obra poética no supone únicamente un intento de escapar del miedo, de mutilar al tiempo o de reposar las escamas del silencio; sino, más bien, un canto vitalista a la niñez, un beso dulce en la frente a la memoria, galvanizando los pesares –es cierto-, pero que con la más cruda de las sinceridades nos desvela sus fantasías. Títulos como Cáncer de invierno, Fantasía del cuerpo postrado o Mortajas, nos hacen conscientes del filo dentado de la vida cuando amenazaba, si podemos recordarlo, con ir en serio.

Elogio del proxeneta –artefacto rosa y narrativo como lo califica él-, y Casicuentos para acariciar a un niño que bosteza componen su obra narrativa. En ambos títulos, el tiempo como hilo conductor de un fino collar de perlas, las experiencias, las transiciones. Se oyen los ecos de una voz rotunda y virtuosa, la vejez, las nostalgias y el fantasma del pasado que se atañe a nuestras cabezas con tesón, “Ignoro cuanto ocurre alrededor, el nombre del amanecer, las brasas del tiempo.”

El viaje de Luis Miguel por los paisajes de Olleir nos transmuta, nos desprendemos de las pieles grises y secas de la arquitectura literaria para centrarnos en el corazón de unas palabras consabidas, dichas de un modo que nos resultan casi proféticas. Una vida vivida con intensidad y una silla de compañera. Rabanal escribe y guillotina las construcciones de la conciencia y rebusca, remete los dedos en la llaga del espanto y del temblor, para que aprendamos, posiblemente, a respetarlo como a la muerte.

En una ocasión le pedí –a sabiendas de que no le gustan las entrevistas- que respondiese a dos preguntas para todos nosotros, sus lectores, a lo que se prestó amablemente.

Mi persona: Qué supone el deshojarse en ese otoño, la pérdida y el despojo de lo accesorio -lo juvenil- en ese eterno paso del tiempo. Qué supone para ti el comprender que tu vida es esto y no más. Qué supone la madurez, cuántas cosas han de cambiar.

Luis Miguel: A un poeta que tengo un poquitín tratado, me imagino que algo parecido les ocurrirá a los repartidores de butano y a las ya no tan bellas tonadilleras y a los empleados de banca, claro, y a los trapecistas y a las muy fieles servidoras del orden incluso, el deshojarse en ese otoño, como tú apuntas, no le supone más que saber que definitivamente se ha conseguido un punto bastante raro de equilibrio, que no es mucho saber que digamos. La edad, o el intríngulis que encierra la edad, la edad denominada «madura» para más inri, no va a cansarse nunca de repetirnos idéntica cantinela: lo andado hasta aquí andado está y a partir de ahora ya iremos viendo. Por otro lado, la vida no es que tenga el sentido que algunos quieren imponer a fuerza de sobresaltos y decretos, no para mí al menos. Desde mi silla (ella y yo) vamos por libre, que es una forma un tanto incómoda de expresar que no nos movemos en absoluto…

Mi persona: Por qué nos resulta tan dolorosa esa despedida de la infancia, de los tiempos inocentes. Por qué es tan necesaria la soledad cuando decides poner el punto a la juventud y hacerte hombre.

Luis Miguel: En lo que a mí respecta, aún no ha llegado ningún tipo de despedida de la infancia, que yo sepa, y tampoco se confía en que la vaya a haber en las próximas semanas. Acaso porque de tanto abusar de la susodicha, quiero decir, de tanto tirar de ella en mis textos una y otra vez, me he acostumbrado muy ricamente a sobrevivir con la lejana y maravillosa compañía literaria de aquellos años, con su memoria. Cierto que la juventud no es únicamente la ausencia de juicio más ingenioso que se conoce sino también un campo de maniobras perfecto (padecí el servicio militar en Sevilla, en el RACA 14) para irse haciendo uno a la idea de adulto que aguarda con paciencia exagerada comprobar los daños colaterales. Pero qué leches, siempre habrá más adelante tiempo para cualquier cosa. Aconsejo a los jóvenes que tarden cuanto más mejor en abandonar el territorio. Es curioso, recuerdo que cuando tenía 10 años deseaba fervientemente tener 20, cuando cumplí los 20 deseaba seguir con 20 otros 20 años para darme cuenta, a los 40, que ya estaba todo o casi todo más que cumplido. ¿Que qué significa lo anterior? Ni zorra…

Cierto es que Luis Miguel Rabanal, luchador, pensador y escritor ante todo –amigo también- tiene la capacidad de devolvernos con sus letras a la realidad que habitamos, incluso si cabe, a la suya propia –aunque sólo la atisbemos por un agujerito- como un mito que escapa a su presión psicológica. Bien merecida tiene esa calle, Calle del poeta Luis Miguel Rabanal en Riello –o en Olleir-, que le concedieron el lunes 8 de Agosto de 2011, y bien merecido tiene el afecto, el respeto y la admiración de todos aquellos que sabemos apreciar su obra; y que, más allá de sus palabras, apreciamos su persona y la guardamos dentro de nuestro pecho, como un regalo del destino.

I

Yo tuve mi cuerpo encadenado una vez
a la probabilidad de ser angosto,
escasamente numerable y oportuno, fui de súbito
alguien que responde a las preguntas más brutales
con el recuerdo de los días dulces, esos que acontecen
lo mismo que un fulgor nos quemará en la boca.
Pensaba en las palabras asombradas
que el atardecer hacía huir con su chaqueta beige
y bajo los árboles ascendía un musgo amarillento y triste,
una forma más de la pereza,
el cisne muerto de ojos devastados.
Yo siempre creí en mi propia desolación
y habitaba un mundo descompuesto, mostrándome
su sangre o su miseria y construyendo con mis manos
todavía páginas sin rencor repletas de ternura,
pero lo que fue entonces veredicto horroroso
de las noches casi bárbaras
hoy ya ha sido disuelto en el vodka taciturno
de ciertas muchachas amigas de su placer si pasa.
A menudo me digo que enfermar es hermoso.
Quiero ahora encontrar la senda que borró la bruma
de todos los lugares que amaba, el amor
hecho de pie detrás de las casonas como un susto
y al aproximarse a mí su rostro el humo lo desplazaba
a la soledad,
al desmayo de saberse ya empedernido y roto.
Mis brazos también buscaban la saciedad
para vencer las ansias de vivir al margen de la vida,
y crecí dentro de ese engaño.

(Cáncer de invierno, Provincia, León 1998; Premio PROVINCIA)

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Gracias, Jorge. http://jorgeherreria.blogspot.com.es/2015/01/luis-miguel-rabanal-la-buena-poesia.html?spref=fb

Los besos / las cinturas

labios de la locura
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Aquello que nunca tuvo un nombre
ni supo estremecerse
ahora nos mira complacido acaso por esas ruinas
que enfundadas en nosotros palpan de algún modo
las firmes estaturas que cayeron,
los rostros blancos de salud de ámbar, los fáciles avances
de todas nuestras bocas.

Aquello que extraviado suplimos con ginebra y fotografías mudas,
con Ben Webster y caricias y un silencio
ya nunca más abandonado, ahora entrega sus baúles
a las niñas mágicas y sin embargo torpes
que herían nuestro pecho con sus gemidos solitarios
o con sus lecciones abiertas
al hastío como una pena inerme, fantasma casi.

Pero ellas nos amaban, al menos eran promesas de una lumbre
postergada en nuestro vello al final de la niebla.
Nos luchaban en las noches cálidas y duras
pues ponían sus manos al relente y querían acercarnos
al trasluz amargo o tibio de los deslizamientos rosas.

Y ahora nuestro mar
apenas si es algo que tuvimos pero que nunca lo tuvimos,
como un juguete nuevo desierto en sus pedazos
como una flor sin su aroma preferido, sin su color distante
como una huella que viene desde atrás o nos salpica.

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De “Labios de la locura”, Col. Jueves literarios, Avilés 1983

Veinticinco años de

PLAF EN LA COCINA

Claro que te vi con los enormes ojos de la noche
saber la saliva perfecta de los cuerpos,
esa certidumbre
del que vuelve a llorar las horas muertas,
y después el amor no tiene nombre,

sólo un principio que besa en tus labios los días
sin temor a nadie, como la flor que el deseo
reseca en nuestra boca
porque hace tiempo que nos ama.

Alguna vez nos faltará la sombra que alumbra
en tus brazos como promesa fiel,
y yo estaré contigo.

De «La última vez», Ajimez libros, Gijón 2000.

Vídeos de primera 26

Lectura del poema «Camino de Ceide» por Daniel R. Puente y Jorge de la Rosa.

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CAMINO DE CEIDE

De la mano de la infancia, vistiendo los frutales
con mi intemperie y llovizna.
Dentro de las casas ya habita el invierno, su túnica
es triste como el murmullo que pasa a mi lado,
paseando la tardecina pleno de nostalgia y de nubes.
En este camino, una vez, besé los labios radiantes
de una niña llamada ternura.
Apenas recuerdo el color de sus ojos, las ramas
de su lengua. Tan sólo sé que fue hace tiempo
de este atardecer de soledad y de frío.
Dentro de las casas se vacía la leña, y alguien,
acaso sea un hombre muy roto, remueve en sus manos
la furia del espejo y olvida las horas.
Camino de Ceide que conduce a la noche.

De «La memoria buscando sus disfraces», Barrio de Maravillas, Valladolid 1986

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La memoria buscando

Los descuidos de la voz

palabras para Obdulia

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Hubo un tiempo de pequeñas pisadas, de pequeños gorriones que navegaron tu frente.
Por ese intervalo de nata creí ver tu cuerpo atravesando lagunas de insomnio, larvas de tu origen, lunas que se tendían a la transparencia como entonces.
Y prolongué este tiempo, añadíamos espumas por donde aún discurre la lluvia, nos cogimos de la mano dulcemente como dos niños ciegos que mirasen el amanecer de los aviones, te susurré un ahora entre tus dedos de tela y quise morirme contigo, de repente, como una salvedad más que nos temblaba.
Mi constelación efímera, te dije, he aquí mis viernes.
El sol era un enjambre de mirlos apretados en los chopos.
Cómo te quería, así, creyéndome tus piernas todavía, volcando tu vestido en los arroyos obscenos de la dicha.
Y sin embargo no recuerdo nada.
Algo me hace amarte en las páginas más claras de la noche y maldigo levemente aquella estación de prudencias, de ahogos tan temibles.
Ya ves, guardo silencio, no recuerdo apenas.

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De «Palabras para Obdulia», Col. Provincia, León 1985

Poemas recuperados en Tam-Tam Press 2

SE ADUEÑARON del enigma
las palabras, no por necesidad,
por amargura.
Borró el sol de sus ojeras
la risa y el escarnio,
quiso endiosarse
y fue la boca que niega su deseo.
De nuevo las palabras brotaron
en la noche,
como el humo aborrecible
y sudado de los cuerpos.
— Toma mis manos,
escríbelo con ellas.
La mansedumbre existe,
y las monedas turbias,
y los bares solos.

30 de octubre de 1994

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EL POEMA se esconde
de ti, te hace travesuras
y desvía tu atención
de aquello que desde ayer
persigues.
Permitirle a la noche un eco
que nombre lo que amas,
la memoria ardida,
el amor si quema,
el reloj de pulsera de la muerte
oxidado en un hotel.
El poema ha cortado
tu mano para siempre,
le das tanta risa,
no te quedan amigos
ni palabras por su culpa.
Tienes razón,
escúpele en la cara.

3 de noviembre de 1994

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DESPRECIAR ese momento
que termina por darme
su valor a solas: páginas
escritas por alguien
que no soy yo,
mas usa mi mirada.
Volver a recordarlo todo.
El amor a las palabras
dulces, el regreso a ningún
sitio, el muchacho que fui
y el vodka taciturno.
El poema lo conoce.
En tu corazón la primera
claridad del día.

16 de noviembre de 1994

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‘DIEGO’

La araña de sus pesadillas
aún no tiene nombre.
El azar en sus brazos
es un muñeco que llora,
lastimado por búhos.
Nada hay que se asemeje
tanto a sus ojos
cuando han visto pasar
la tristeza como un inmenso
reproche a la vida.
Las paredes azules de su cuarto
abrazan el sueño: en su borde
hay piratas con espada
de madera, bosques oscuros,
una madre
que sabe amar solamente.
Parece mentira
esta noche que nunca se acaba.

15 de noviembre de 1994

Luis Miguel Rabanal,
del inédito «Han vuelto los tapires» 1994/1995

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Gracias, Eloísa, Nuria.
http://tamtampress.es/2013/09/14/se-aduenaron-sexto-poema-inedito-de-luis-miguel-rabanal/
http://tamtampress.es/2013/10/11/el-poema-se-esconde-septimo-inedito-de-un-libro-de-luis-miguel-rabanal/
http://tamtampress.es/2013/10/30/despreciar-octavo-poema-inedito-de-luis-miguel-rabanal/
http://tamtampress.es/2013/11/21/y-diego-noveno-poema-de-un-libro-inedito-de-luis-miguel-rabanal/

Rená, a solas con nosotros

Rená 1984

porque es otoño y me pregunto tu cara ahora, tu reír que se acumula entre mi cuello, tu no te olvidaré nunca astillado en alguno de mis libros, ahora me pregunto el cómo de este amor que te desdobla en flexiones leves de cintura, ser adolescente en ti es una pausa que estremece mi melancolía allegada a tu erguimiento, ese tu gemir precioso, los fantasmas que de pronto nos supieron tendidos para siempre,

pero no, me repites tu lección de nombres olvidados, fundas mi conocimiento en veces que nos vimos enormes y abandonados, a solas con nosotros, recostados en miradas que vienen de atrás como algún principio, a solas y abrazándonos a lo que no nos corresponde todavía, porque el tiempo borra las ventanas, borra incluso la dejadez de algunas noches demasiado breves, pero no me quita tu pelo de las manos ni tu súplica de viento ni tu espalda pura como una enredadera que no bebe, después será el sigilo de perdernos donde nadie sepa cómo contagiar nuestra rutina pobre, nuestra llama más abrupta, recuerdo que era una porcelana para humerar en tactos sórdidos, su cuerpo mínimo contenía todos los encantos que contienen las niñas de nieve, los ojos de miel, azules las manos, los días escritos alrededor de su sexo, los labios sucintos como gardenias descuidadas, sus muslos eran fortificaciones de ámbar,

y le decía luego mis olores de hospital, mi color de cera o los ojos cerrados no sé cómo, hubo un día en el que encarnaron mis edades como una costumbre más, estoy casi seguro de que fueron ángeles de máscaras verdes en los rostros, aquella vez se equivocaron, clavaron sus agujas aprisa, doblaron mi espalda, mi tumor hermoso, pero su cuerpo ahora.

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De «Rená, a solas con nosotros», Edición de amigos, Celarayn, León 1984. Dibujos de Víctor Bastida.

En el blog de Felipe J Piñeiro

OLLEIR / LOS VERANOS DE MELANCOLÍA

El verano aquí se pierde y se dispersa en las acacias,
en las piedras que susurran
a través de un tiempo que se olvida besos y caricias de otra edad
bañada de silencio, plegada para siempre.
El verano en este nombre es una pátina de alcohol,
un camino casi verde donde las muchachas y los muchachos juegan
a alejarse.

El verano es un río inflado de frescura
donde los niños pueden ahogarse sin peligro y correr
en las espinas sin dolerse, inmarcesibles ya como los vencejos,
ocultos un poco entre la pólvora de sus armas de madera.
Pero en ocasiones la nostalgia de ti no me permite
fumar como quisiera
y hay amigos de vodka que me llaman
Ven y nos morimos
Ven y saltamos a la noche
El verano es soledad y música y mujeres que te observan
porque ríes, porque lloras.

El verano aquí es mi tierra más desconocida,
los ojos que nacen al deseo como prismas que vuelven y que vuelven,
las manos que apoyadas en la Piedra recuerdan tu cuerpo
cómo atravesaba paraísos, cómo se dolía de luciérnagas y luces
igual que el verano, idéntico a nosotros.

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De «Labios de la locura», Jueves Literarios, Avilés 1983

Gracias, Felipe J.