Este cuento se ha acabado en El orden olvidado de las palabras

Este cuento se portada

VI

Al amor le sucede un pasillo oscuro.
No más música para lo que fue el hastío,
sin tu carne
estragada el muchacho va a cumplir su promesa.

El espacio que prolongas, el mediodía sin luz
con que llenar tus bolsillos.
Me evocas a quien, delante del espejo,
contempla la desolación sin pronunciar
palabras.

Eras tan solo el culpable.

 

XXV

Las palabras que un día escribiste,
las que han perdido ya su sentido y las que son
antiguas y a la vez son bellísimas.

Las palabras que merecen ser olvidadas
y las bocas que tan bien pronunciaban
aquel ritmo monocorde,
ya – nadie – más – te – espera.

Las palabras más sucias, las que aún ignoro
cuando estoy desvelado, y las palabras
que traicionan con su ternura y su pánico.
Las que tendrás que callar porque alguien
va a salir martirizado de esta queja.

Las tremendas palabras, las que no están.

 

XLIV

Seguro que alguien desde lejos te ama.
Asomado a su claraboya invisible y con ojos ávidos
repasa con reserva tu piel, intuyes
su calor, maldices su conducta.

Propondrá hacer con tu recuerdo
una hoguera.

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Gracias, Angelina.
http://elordenolvidadodelaspalabras.blogspot.com.es/2015/06/fantasia-del-cuerpo-postrado-vi.html http://elordenolvidadodelaspalabras.blogspot.com.es/2015/05/fantasia-del-cuerpo-postrado-xxv.html
http://elordenolvidadodelaspalabras.blogspot.com.es/2015/06/fantasia-del-cuerpo-postrado-xliv_22.html
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Entrevista en el blog Fisiología de lo cotidiano

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LUIS MIGUEL RABANAL. LA BUENA POESÍA.
Por Jorge Herrería Franco

«De un solo amanecer se ha de reconstruir la infancia» LMR.

Olleir es un lugar donde todas las cosas devienen como consecuencia natural del tiempo. Como consecuencia también de sí mismo, Olleir –o mejor dicho, Riello- se convierte en la tierra natal de nuestro querido poeta Luis Miguel Rabanal, y no solo en su tierra natal, sino en sus paisajes más evocadores, un lugar donde la inspiración no se disfraza ni se anda con medias tintas, como Luis Miguel, y la ubicuidad del silencio se concentra solamente en los puntos y aparte.

En Riello, León, nace Rabanal un 20 de marzo en 1957. Su espíritu inquieto y su alma inconformista lo llevan a querer prender fuego, al menos eso confiesa, a las diversas instituciones religiosas donde estudió. Con posterioridad, se dedicó a luchar contra el tiempo escribiendo.

No me equivoco si afirmo que su obra, más allá de ser extensa por mero intento de sobresalir, lo es por el simple motivo de que escribir le otorga la vida, porque la palabra escrita es su arma y la poesía su medio. Con veintidos títulos de poesía en su haber (entre edición digital y en papel), se ha consagrado como uno de los poetas contemporáneos de culto españoles, que para muchos –como este servidor-, no es sólo un ejemplo de humildad y belleza, sino que también transmuta en orgullo.

Su obra poética no supone únicamente un intento de escapar del miedo, de mutilar al tiempo o de reposar las escamas del silencio; sino, más bien, un canto vitalista a la niñez, un beso dulce en la frente a la memoria, galvanizando los pesares –es cierto-, pero que con la más cruda de las sinceridades nos desvela sus fantasías. Títulos como Cáncer de invierno, Fantasía del cuerpo postrado o Mortajas, nos hacen conscientes del filo dentado de la vida cuando amenazaba, si podemos recordarlo, con ir en serio.

Elogio del proxeneta –artefacto rosa y narrativo como lo califica él-, y Casicuentos para acariciar a un niño que bosteza componen su obra narrativa. En ambos títulos, el tiempo como hilo conductor de un fino collar de perlas, las experiencias, las transiciones. Se oyen los ecos de una voz rotunda y virtuosa, la vejez, las nostalgias y el fantasma del pasado que se atañe a nuestras cabezas con tesón, “Ignoro cuanto ocurre alrededor, el nombre del amanecer, las brasas del tiempo.”

El viaje de Luis Miguel por los paisajes de Olleir nos transmuta, nos desprendemos de las pieles grises y secas de la arquitectura literaria para centrarnos en el corazón de unas palabras consabidas, dichas de un modo que nos resultan casi proféticas. Una vida vivida con intensidad y una silla de compañera. Rabanal escribe y guillotina las construcciones de la conciencia y rebusca, remete los dedos en la llaga del espanto y del temblor, para que aprendamos, posiblemente, a respetarlo como a la muerte.

En una ocasión le pedí –a sabiendas de que no le gustan las entrevistas- que respondiese a dos preguntas para todos nosotros, sus lectores, a lo que se prestó amablemente.

Mi persona: Qué supone el deshojarse en ese otoño, la pérdida y el despojo de lo accesorio -lo juvenil- en ese eterno paso del tiempo. Qué supone para ti el comprender que tu vida es esto y no más. Qué supone la madurez, cuántas cosas han de cambiar.

Luis Miguel: A un poeta que tengo un poquitín tratado, me imagino que algo parecido les ocurrirá a los repartidores de butano y a las ya no tan bellas tonadilleras y a los empleados de banca, claro, y a los trapecistas y a las muy fieles servidoras del orden incluso, el deshojarse en ese otoño, como tú apuntas, no le supone más que saber que definitivamente se ha conseguido un punto bastante raro de equilibrio, que no es mucho saber que digamos. La edad, o el intríngulis que encierra la edad, la edad denominada «madura» para más inri, no va a cansarse nunca de repetirnos idéntica cantinela: lo andado hasta aquí andado está y a partir de ahora ya iremos viendo. Por otro lado, la vida no es que tenga el sentido que algunos quieren imponer a fuerza de sobresaltos y decretos, no para mí al menos. Desde mi silla (ella y yo) vamos por libre, que es una forma un tanto incómoda de expresar que no nos movemos en absoluto…

Mi persona: Por qué nos resulta tan dolorosa esa despedida de la infancia, de los tiempos inocentes. Por qué es tan necesaria la soledad cuando decides poner el punto a la juventud y hacerte hombre.

Luis Miguel: En lo que a mí respecta, aún no ha llegado ningún tipo de despedida de la infancia, que yo sepa, y tampoco se confía en que la vaya a haber en las próximas semanas. Acaso porque de tanto abusar de la susodicha, quiero decir, de tanto tirar de ella en mis textos una y otra vez, me he acostumbrado muy ricamente a sobrevivir con la lejana y maravillosa compañía literaria de aquellos años, con su memoria. Cierto que la juventud no es únicamente la ausencia de juicio más ingenioso que se conoce sino también un campo de maniobras perfecto (padecí el servicio militar en Sevilla, en el RACA 14) para irse haciendo uno a la idea de adulto que aguarda con paciencia exagerada comprobar los daños colaterales. Pero qué leches, siempre habrá más adelante tiempo para cualquier cosa. Aconsejo a los jóvenes que tarden cuanto más mejor en abandonar el territorio. Es curioso, recuerdo que cuando tenía 10 años deseaba fervientemente tener 20, cuando cumplí los 20 deseaba seguir con 20 otros 20 años para darme cuenta, a los 40, que ya estaba todo o casi todo más que cumplido. ¿Que qué significa lo anterior? Ni zorra…

Cierto es que Luis Miguel Rabanal, luchador, pensador y escritor ante todo –amigo también- tiene la capacidad de devolvernos con sus letras a la realidad que habitamos, incluso si cabe, a la suya propia –aunque sólo la atisbemos por un agujerito- como un mito que escapa a su presión psicológica. Bien merecida tiene esa calle, Calle del poeta Luis Miguel Rabanal en Riello –o en Olleir-, que le concedieron el lunes 8 de Agosto de 2011, y bien merecido tiene el afecto, el respeto y la admiración de todos aquellos que sabemos apreciar su obra; y que, más allá de sus palabras, apreciamos su persona y la guardamos dentro de nuestro pecho, como un regalo del destino.

I

Yo tuve mi cuerpo encadenado una vez
a la probabilidad de ser angosto,
escasamente numerable y oportuno, fui de súbito
alguien que responde a las preguntas más brutales
con el recuerdo de los días dulces, esos que acontecen
lo mismo que un fulgor nos quemará en la boca.
Pensaba en las palabras asombradas
que el atardecer hacía huir con su chaqueta beige
y bajo los árboles ascendía un musgo amarillento y triste,
una forma más de la pereza,
el cisne muerto de ojos devastados.
Yo siempre creí en mi propia desolación
y habitaba un mundo descompuesto, mostrándome
su sangre o su miseria y construyendo con mis manos
todavía páginas sin rencor repletas de ternura,
pero lo que fue entonces veredicto horroroso
de las noches casi bárbaras
hoy ya ha sido disuelto en el vodka taciturno
de ciertas muchachas amigas de su placer si pasa.
A menudo me digo que enfermar es hermoso.
Quiero ahora encontrar la senda que borró la bruma
de todos los lugares que amaba, el amor
hecho de pie detrás de las casonas como un susto
y al aproximarse a mí su rostro el humo lo desplazaba
a la soledad,
al desmayo de saberse ya empedernido y roto.
Mis brazos también buscaban la saciedad
para vencer las ansias de vivir al margen de la vida,
y crecí dentro de ese engaño.

(Cáncer de invierno, Provincia, León 1998; Premio PROVINCIA)

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Gracias, Jorge. http://jorgeherreria.blogspot.com.es/2015/01/luis-miguel-rabanal-la-buena-poesia.html?spref=fb

Si pudieras probarlo

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V

Si pudieras probarlo, la ínfima hiel y su narcótico.
Se apresura a llegar,
cuando menos agradece la perfecta asimetría.
Es bondadosa y no estorban ya sus lecciones.

Se graba en mi frente
como en la corteza calcinada del árbol.

Tienes razón, se contrae en tu cuerpo
la estratagema del que no le incumbe gemir
y no ha vuelto a nevar,
no como el día que murió con nosotros.

Las palabras que un día escribiste…

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Leo Moreno Pons ha tenido la gentileza de traducir en su muro de Facebook el siguiente poema.
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Le parole che un giorno scrivesti
quelle che hanno già perso il suo senso e quelle che sono
antiche ed insieme sono bellissime.

Le parole che meritano di essere dimenticate
e le bocche che tanto bene pronunciavano
quel ritmo monocorde,
già – nessuno – più – ti – aspetta.

Le parole più sporche, quelle che ancora ignoro
quando sono sveglio, e le parole
che tradiscono con la sua tenerezza ed il suo panico.
Quelle che dovrai far tacere perché qualcuno
sta per essere martirizzato di questo lamento.

Le tremende parole, quelle che non ci sono.
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XXV

Las palabras que un día escribiste,
las que han perdido ya su sentido y las que son
antiguas y a la vez son bellísimas.

Las palabras que merecen ser olvidadas
y las bocas que tan bien pronunciaban
aquel ritmo monocorde,
ya – nadie – más – te – espera.

Las palabras más sucias, las que aún ignoro
cuando estoy desvelado, y las palabras
que traicionan con su ternura y su pánico.
Las que tendrás que callar porque alguien
va a salir martirizado de esta queja.

Las tremendas palabras, las que no están.

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Gracias, Leo.

Dos poemas de Fantasía del cuerpo postrado

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XXXIV

El que guarda sus manos
de aquel que no puede ver y el que ensucia
con ellas la línea abrupta de horizonte.
El olor de las mimosas cuando ha llovido
unas gotas.

Te confías a ti mismo expresiones
extrañas, sin querer pueblas el crepúsculo
con resquemor y aceite para nutrir la piel.

Ya casi has venido, con melancolía anotas
la enfermedad de quien te cuida.

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XXXVII

Se conoce que no tenía prisa,
que la casa añoraba el bullicio sin más.
Helaba inmensamente y el corazón terminó
por callar las palabras, las de la dulce rutina.

El cuerpo que apenas si rozábamos
cuando era escandalosa la flema, mi boca para ti
ahora que está llena mi boca de heces.

Nubes para no referir
en aquella ciudad despreciable, se serena
mi voz cuando sueño que un pájaro
se posa en el hueco umbrío de mi espalda,
carece de calor,
también él marchito.
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«Fantasía del cuerpo postrado», Los libros de Camparredonda, León 2010. Dibujos de Juan Carlos Mestre.

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Audioteca de poesía contemporánea

Gracias a Valeria Tentoni y a Laura Giordani, mi voz en

http://audiotecadepoesia.blogspot.com/
http://audiotecadepoesia.blogspot.com/2012/03/luis-miguel-rabanal.html

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XXV

Las palabras que un día escribiste,
las que han perdido ya su sentido y las que son
antiguas y a la vez son bellísimas.

Las palabras que merecen ser olvidadas
y las bocas que tan bien pronunciaban
aquel ritmo monocorde,
ya – nadie – más – te – espera.

Las palabras más sucias, las que aún ignoro
cuando estoy desvelado, y las palabras
que traicionan con su ternura y su pánico.
Las que tendrás que callar porque alguien
va a salir martirizado de esta queja.

Las tremendas palabras, las que no están.

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De «Fantasía del cuerpo postrado» (2010).

Cómo no ponerse a leer un jueves por la tarde

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Mi armoniosa voz maltrata otro poema…
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XVI

Cerca de mí, la afonía del cuarto.
Exclusivamente la voz que dicta los poemas
y más tarde los destruye.

A mi espalda los libros, la media luz de quien observa
a veces sin querer, de quien me quiere.

Solos yo y esta silla boba y el frío que recorre
los miembros con cautela y un poquitín de dolor.
El engaño en apariencia se entumece, se deslíe.
Quiero apuntar aquí los actos improbables,
la temeridad del que no espera nada.

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(C) Luis Miguel Rabanal
Fantasía del cuerpo postrado (2010)
Voz: Luis Miguel Rabanal
Música: L. Einaudi
Edición: María García Esperón
2011
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Alfonso Xen Rabanal sortea Fantasía del cuerpo postrado

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apuntes en el desvelo, escrutando en tu libro el final de la noche:

Podría conjeturar alguna cosa acerca de la obra de Luis Miguel Rabanal… pero eso es un sueño que deseo soñar más adelante, cuando algo en mí adquiera el suficiente bagaje, esas cosas internas, del alma para unos, o neuronas para los que quieren diseccionarla a través del tubo ese que te devuelve un reflejo amplificado de lo aprehendido, intentando adentrarse en ese único refugio que nos queda en esta era virtual en la que ya no vivimos y, si acaso alguien lo ha conseguido, el vivir, sus palabras algún día serán como las de Luis Miguel Rabanal, como los reflejos en una visión de espejo, quizá fragmentado, ya fragmentado, en donde las imágenes son como chispas que captan nuestras neuronas espejo, que sin conocer saben percibir la imagen primigenia, y captan la sombra del eco de un paso que partió y otro que regresa siempre, como tornado anclado en el cruce de caminos, en el preciso instante en el que todo se rompe, y el espejo lacaniano cae al suelo de una infancia ya fragmentada en la memoria, yendo un paso más allá, como el paso que es de un conquistador de territorios ignotos, hasta llegar a ese terrible y magnífico instante en el que el puzzle se acaba, se vislumbra la imagen perfecta… y, al irse, se disgrega de nuevo en mil trozos que, al caer, conforman una sombra ya ajena, dolorosamente ajena, como asomarse a un abismo insalvable, abismo de reflejos, un territorio cercano y lejano, esa es la imagen que capta mi neurona espejo de tu palabra, el reflejo amplificado por otro reflejo en un juego de espejos rotos en la quietud del instante eterno, allí donde unas palabras murieron al nacer un grito que el olvido no cura… pues ya te sabes dentro de un territorio, encarcelado en el fragmento de azogue, y te ves reflejado en un mundo de luces y sombras condenadas a encontrarse sólo en el reflejo: en la mente de quien te lee, LM.

Para seguir leyendo, y mirando, aquí.
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Fantasía del cuerpo postrado en Cuanto sé de vos 2

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XXXVIII

La mirada que comienza a gastarse
y el abrazo que no dimos tampoco esa vez.
Cada cual recoge con desesperación
su mutismo y lo lanza con cólera al espejo
del otro.

Espejos doblados, espejos de tanta certeza.
La desgracia esconde el desaliento de un niño
que no sabría jugar con el puzzle.

Hay gaviotas y hay murga, mas no desagua la tarde.
Te perdonas la rabia
que anida en tus bolsillos y el poema
que sin ti celebra el último aliento.

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De Cuanto sé de vos, en el aniversario de la publicación del libro en el tinglado (magnífico tinglado) de Gregorio Fernández Castañón. Gracias, MJ.

LX

 

Lo atroz era perderse.
Lo verdaderamente cruel era estar solo, llevarse
la venganza a casa como si de verdad
no existieras.
A menudo me digo que en la Curva de la Muerte
los fusilados aún tienen sed.
 
Días con lluvia y cuerpos que no fueron.
El pasado, corneja siniestra, se cierne sobre ti,
ríe contigo cuando debería estar triste
porque nada se perpetúa.
 
Porque nada está en su sitio,
ni la música de Ben Webster suena para mí
como antes.
Ante mis ojos la vida descuida su aliento.
Quédate con ellas, merece gratitud
quien no sabe más que volver a contarnos
las horas.
 
Si lo hermoso era estar junto a ti.
 
 
 
(Es el último poema de «Fantasía del cuerpo postrado», Los libros de Camparredonda, León 2010).

Fantasía del cuerpo postrado con Velpister

Gracias, Peter.
 
 
XXX
 
Las fechas relegadas y la causa menos probable
para ser envilecido por quien recela,
el que siempre presume
de haberte mutilado una mañana de octubre.
 
O vuelve a reconocerme que también hoy
estás triste.
Te estalla el corazón de disgusto
o quizá no has besado pacientemente a nadie.
Ya digo, los días
que más valdría no haber sacado del cajón.
 
Ahora has de renunciar a frecuentar
cuanto te desprecia, muéstrame los cromos
que la infancia no supo arrojar a la basura.
Sécate las manos
en mis manos como lo haría un ogro
que no cesa de gimotear por la sangre.
 
Después, qué patraña mirar
la punta de tus senos y ya no ver
allí más el verano.
 
 
Estos días, y espero que hasta el final de los que me toquen, estoy liado con mil movidas que me apasionan, es decir, mi trabajo: la pintura, el piano y la composición, la escritura, proyectos que parece que se diluyen, otros que se aclaran, alguna noticia que cada año me disgusta menos, como que de nuevo no se convocan las oposiciones de piano.
Lo que más me molesta, en realidad lo único que me molesta de todo esto, es mi problema a la hora de encontrar un hueco para la lectura, que siempre ha sido fundamental para mi, aunque nunca he sido un lector voraz como JAB o V. o Pepereza o L.M.Rabanal, Xen, buf!!, no seguiré, tendría que incluir a todos mis colegas y ya noto la omisión de algunos. También diré en mi favor que ninguno de ellos ha leído tanto como yo a Beethoven o Schubert o Prokofiev o Bartok. También es lectura, al fin y al cabo, y con ella se pasa el día.
Aun así y todo, busco momentos para leer y para releer. Tengo una estantería llena de libros de mis colegas, ya los he leído casi todos, pero me faltan unos cuantos, la mayor parte han sido publicados recientemente y he tenido la suerte de fueran cayendo en mis manos de una manera u otra.
 
He querido empezar la nueva etapa de este blog, con un poema de L.M. Rabanal. Esto no es una crítica literaria, porque no sabría cómo hacerla, pero me es imposible dejar de comentar mi relectura de los poemas de este escritor, FANTASÍA DEL CUERPO POSTRADO, con ilustraciones de Juan Carlos Mestre, editorial Camparredonda. Lo leí en verano, incluí una poesía del libro en este blog, pero no hice ningún comentario porque no supe ni qué ni cómo. Estos días, como decía, he estado releyendo el poemario. Creo que es una poesía para dejar reposar y para ser releída (es posible que toda la poesía lo requiera), se entiende o, más bien, se intuye, y se sufre la primera vez que se lee sin problemas, pero la verdadera comprensión (y utilizo esta palabra con el máximo cuidado) llega en la relectura, en la segunda o tercera o más, porque es un libro que se deja releer, y eso no siempre ocurre. Al releer estos poemas me he sentido, digamos, transportado al mundo de Rabanal, un mundo duro, una vida que se desea fervientemente, de la que no se huye, pero que no se quiere, una poesía llena de dolor y de imágenes de cualquier clase y de ternura y de palabras violentísimas y de dulzura infinita y una poesía sin eufemismos ni concesiones, ni una sola concesión al lector, esa es la poesía que me admira. No es una lectura fácil, por muchos motivos, su lenguaje, sus imágenes, sus silencios y sus explícitas visiones, el poema que he elegido no está escogido al azar, aunque podría ser. Esta mañana cuando me levanté con la intención de revivir este blog, abrí el libro por el primer sitio y salió este poema, me pareció magnífico para que fuera incluido, aunque al leer el siguiente me sentí indeciso, y así con todos los demás.
 
Acompaña esta publicación ilustraciones de Juan Carlos Mestre, se podría escribir otro texto del mismo tamaño para hablar del trabajo de Mestre en este libro, pero mi idea es siempre la de la brevedad en la medida de lo posible, quizás en otra ocasión, porque lo merece, pero ahora simplemente diré que se trata de ilustraciones maravillosas, llenas de color y de vida, porque es un libro lleno de vida, dura pero, indefectiblemente, vida.
 
No se me ocurre mejor manera de recuperar este maltrecho blog moribundo, que de ninguna manera me veo capaz de abandonar, pase lo que pase.

Fantasía del cuerpo postrado con Esperanza Medina

 

Ella lo escribe en su blog tal cual. Gracias, Esperanza.

 

 

 

Este año, el día del libro llegó a mí una pequeña joya, tanto por su contenido como por su edición. Como una joya lo he guardado para mí todo este tiempo y ahora toca lucirla un poco:

 

Es Fantasía del cuerpo postrado, de Luis Miguel Rabanal, editado dentro de los libros de CAMPARREDONDA, Con ilustraciones de Juan Carlos Mestre. Un auténtico placer leerlo, hojearlo e incluso tocarlo (qué le voy a hacer si el tacto es uno de mis sentidos favoritos).

 

Dejo aquí uno de los poemas que contiene:

 

 

XLIV

 

Seguro que alguien desde lejos te ama.

Asomado a su claraboya invisible y con ojos ávidos

repasa con reserva tu piel, intuyes

su calor, maldices su conducta.

 

Propondrá hacer con tu recuerdo

una hoguera.

 

 

 

 

domingo 31 de octubre de 2010

Publicado por Esperanza en 20:33  Etiquetas poetas

 

 

 

 

El poema y algo más también aquí . Gracias, Horacio.

 

 

Fantasía del cuerpo postrado en Archipiélago Avilés

 

Fernando del Busto se ha despachado por partida triple. Y uno queda, cómo no, muy agradecido.

 

 

 

miércoles 21 de julio de 2010

Nadie echará de menos su sonrisa

 

 

Fantasía del cuerpo postrado es el nuevo libro de Luis Miguel Rabanal que llega a los lectores en una edición hermosa, singular de La Armonía de las Letras, en la colección Los Libros de Camparredonda.

 

Son 60 poemas, que uno descubre como recuerdos del pasado que lee con la melancolía de un lied triste tras la belleza formal de una edición enriquecida con las ilustraciones de Juan Carlos Mestre.

Todos los lectores habituales de Rabanal redescubrimos los paisajes de otras obras, el universo propio de un escritor que se desenvuelve en paisajes dolorosos y dolientes, que ha convertido en su compañera de viaje a la soledad, la angustia, la desolación existencial.

 

Si en todas las obras de Luis Miguel Rabanal, sus circunstancias vitales aparecen en el fondo, como una línea paralela, en esta se funde en una realidad poética más desoladora que nunca en la que expresa toda la angustia del hombre contemporáneo al constatar, en su carne y en la ajena, sus limitaciones existenciales.

 

Sin buscarlo, Luis Miguel nos ha entregado otra de sus obras cumbres, un libro de referencia en su intensa escritura. Muchas gracias, Luis, por ello.

 

 

Publicado por Fernando del Busto en 10:25  

Etiquetas: Literatura

2 Comentarios

 

 

 

miércoles 21 de julio de 2010

LIV 

 

 

Los intervalos de mayor parsimonia

cuando el responsable de hacer las preguntas

se doblega y se calla, los días dichosos.

Para que el poema se atribule contigo y averigüe

que estuviste allí para borrarlo.

 

Caminos brumosos.

Descubrirme en las pestañas del otro

para contestarle a la realidad con saliva.

Sentir su piel si su piel está rota.

 

 

 

Luis Miguel Rabanal, Fantasía del cuerpo postrado,

Los Libros de Camparredonda, León, 2010

 

 

Publicado por Fernando del Busto en 12:25

Etiquetas: Literatura

 

 

 

miércoles 21 de julio de 2010

El deseo de Gregorio Fernández

 

 

No conozco en persona a Gregorio Fernández Castañón pero es suficiente tener entre las manos la edición que ha impulsado de Fantasía del cuerpo postrado para confirmar su pasión por la literatura y la bibliofilia, que no siempre van de la mano. Aunque sólo sea para tener en la biblioteca un libro tan hermoso hay que comprarlo. Luego, si se lee y se disfruta con la poesía de Luis Miguel Rabanal, mejor que mejor. No en vano, una edición de este tipo es un homenaje al contenido, a la obra de Rabanal.

 

La edición se presenta en tapa dura, con un aire de los libros del XIX, con una encuadernación cuidada y en papel couché. Uno tan sólo discrepa de las tipografías interiores. No me gustan. Pero, repito, es una cuestión de gustos. Otros dirán lo contrario y no pasa nada.

 

El libro se completa con ilustraciones de Juan Carlos Mestre que acompañan a cada poema. También las hay que ocupan las dos páginas. En la página 123 se incluye un tríptico pegado de forma manual, lo que demuestra el mimo y cariño con el que se ha trabajado en la edición.

 

Todas las ilustraciones responden a un mismo estilo, surrealista y naif, propio de Mestre. El lector disfruta de diferentes oportunidades en la lectura: puede centrarse en la poesía, en las ilustraciones o en diálogo entre ellas.

 

 

Publicado por Fernando del Busto en 17:07  

Etiquetas: Literatura

 

 

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