Música para torpes en Trianarts

Portada Música para torpes

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PEQUEÑA MENTIRA

Maldita memoria.
Tenía que pasar alguna vez, que los que un día
fueron algo nuestro nos reciben ahora
con pereza, nos recitan batallas
que sabemos que no ganaron nunca,
si bien su sangre se esparcía
en las fuentes de sal de los caminos.
Es el lugar aborrecible del recuerdo,
te quita la venda de los ojos, la más escrupulosa,
la que te puso el hermoso navegante
aquella tarde de marzo.
Uno se apiada de nuevo y suda
al discutir, se seca la lluvia que arrojó el ñubero
con sorna, te puedo
prometer caricias dilatadas.
Nadie interrumpe cuando te sorprende el espasmo,
estallan las horas como un tren de juguete
y te miras allí donde duele tanto mirarse.
Eso, maldita memoria.
Porque si no fuese por ella te tirarían
cuchillos a la espalda ya inerte,
sacarían tu cuerpo a pasear por la playa
más hermosa,
como cuando erais jóvenes y el pequeño
se apostaba a esperar detrás de los helados.
No sabes qué ocurre
y sucumbes tan bien desde tu despropósito,
es el deseo que camina a tu lado
con zapatos de tacón
y un lento perfume de calesas.
No nos queda más remedio que juntar
las palabras, hacer que se saquen la lengua
en el recreo, mandarles que callen.

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Gracias, Concha.

EL camarada acabó su Inistón

Portada Música para torpes
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También tú habrías querido renegar
del necio personaje que se asemeja
tanto a ti y apenas eres tú y sin embargo
vives junto a él y también te sonríe
si sonríes.
Resulta muy latoso dejarlo de admitir,
lo que no apreciamos, las boinas
coloradas de tu hijo o las gotas de lluvia
ahora en los cristales o los libros
de muchas oraciones, lo que termina
por causarnos padecimiento, en fin,
en un santiamén nos dibujará en la cara
una arruguita desproporcionada
con tiza de colores.
Y aquí se adentran tus pasiones a dar pábulo
a quien las busque en su desorden,
como se hacían los valientes los pequeños
en Montecorral aquella tarde.
Para eso se inventaron los granos de arroz
y los diluvios, insinuaba el energúmeno,
atesorar en nuestro corazón vacíos
era la costumbre.
Y un espejo donde los ojos
suelen encontrar cariños extraviados
que se mofaron de los cariños extraviados,
quizá debido a una sombra espuria
que se encarama en tu cabeza
para hincarte allí el odio y la melancolía.
Acaso sea preferible olvidarse de ti
y tocar madera, o lo que es lo mismo, declarar
que nada es como tendría que haber sido.
Bueno, suena Ben Webster,
lo escucharás y tomarás un sorbo.

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De «Música para torpes», Baile del Sol, Tenerife 2012

Música para torpes en Escrito en el viento

Portada Música para torpes

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CONTRA LA BURLA

Secretos que atesorar bajo el sopor
de la almohada, cocos relumbrones y mixtos.
Más allá del azar, cuando se han superado
ya los años horribles y cuelgan las babas
de la boca y estudian tu creatinina otra vez,
más allá del azar
se esconde el pícaro que atenaza tu pecho
con punzones oxidados y diversos productos.
No supervisan ahora tu sudor, concibes
un mundo de posologías y callejas,
añoras el sueño donde se representa para ti
solamente la muerte.
La casa está en silencio
y el silencio es una aterida luz que no tocas,
alguien, bajo tu ventana, al pasar estornuda.
Por qué tendría uno que confesar su delito
si esperar frente a ti, teñido de lóbrego,
ya es suficiente desorden.
La cama que inquieta con su olor, el vaso
de agua lejano que miras con sed,
con locura,
el escozor de tu postilla que es fuego.
Todo te ha sido entregado
por ese absurdo dios que se estremece
asiduamente, te ha sido regalado
para martirizarte con enorme tesón,
igual que un caballero se cortaría las venas.
Bien, asume tu derrota siquiera,
nos harías un favor si partieses
a la atribulada región de los hipócritas.
Nos quedaría un sabor amargo en la garganta
pero qué más da, si hasta tu aliento
se imagina en estos casos riguroso.

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Para seguir leyendo, Aquí. Gracias, José Ángel. También aquí.

Los hijos de Pura

Portada Música para torpes

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Son actos bochornosos que no queremos
que sucedan.
La mañana resplandece y hay muchachas
para espiar desde otro mundo, el que aprisionas
a diario escurrido entre los dedos.
La mañana se detiene ante ti
y te vuelves huraño
y persigues a alguien que te explique por qué.
Velas fijamente para que el viento se calme
porque la hora propicia es la del desprecio,
y delante de la valla, o es delante de la vida,
te dejas prender.
Ese cuento, además, lo sabías.
El hombre más triste, el que más desazona
con su rostro desfigurado y tedioso,
el hombre que se asemeja al hombre
que vivió en tu casa dos o tres inviernos
y murió de fríos, pues aquí está, de pie.
A mis brazos, le dirás
cuando despiertes y hayas recordado al fin
su verdadero nombre, el que te daba miedo.
Y en la habitación contigua
que ya no ocupa el fantasma, acecharás
su boca que te sabía a menta.
En la calle hay misterios
y barro, uno se desdice pronto
cuando lo que más apetece es sollozar,
o dejar a tu muñeca cuestionarse
la hora, o salpicar los cristales con agua
fuerte hasta haberte emborrachado.
Enseguida te extrañas de que no venga
a visitarte nadie,
es horrible tu silla.

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Aquí.

Música para torpes en Archipiélago Avilés

Portada Música para torpes

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Luis Miguel Rabanal ofrece una nueva entrega de su poética del dolor con su libro Música para torpes (Baile del sol). El lector encuentra la geografía de anteriores libros, como si fuesen capítulos de una gran obra que, poco a poco, va entregando.
Como lector, después de cada poema, a uno le queda un regusto amargo, no por la belleza de la expresión, sino por el sufrimiento que late en cada palabra.
Con todo, uno cree ver un latido de esperanza, un sueño de algo mejor entre los poemas aunque, al final, la desesperanza termina dictando su ley desoladora.
Puro existencialismo poético escrito.

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Aquí. Gracias, Fernando.

Música para torpes en Rick´s Café

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Rabanal y sus versos torean a la vida

Vamos a completar la semana en el Rick´s Café, reseñando la obra poética de Luis Miguel Rabanal, Música para torpes, Ediciones Baile del Sol. Comienza su poemario Rabanal con fuerza, avisando del contubernio entre los políticos y los medios de comunicación, que tanta incidencia está teniendo en los tiempos que vivimos. La imagen que el poeta construye es muy sintomática, nos advierte del griterío político. Gritan aquí y allá, a ambos lados del Atlántico. Los que ya somos conscientes de las consecuencias de los gritos, sabemos que tras ellos se esconden el vacío de ideas, de propuestas y de capacidad de vertebrar acuerdos. Gritan porque no saben escuchar ni quieren. Abre y cierra esta obra poética Luis Miguel con este asunto, lo que muestra, por un lado, la coherencia y el acierto suyo a la hora de estructurar el poemario. Y, por otro, la necesidad que tenemos la ciudadanía de liberarnos de esa opresión en que se ha convertido la clase política, los partidos, que solo buscan sus intereses, y que han tejido toda una maraña para influir torpe y maniqueamente en cualquier asunto humano. Libertad, proclamemos y luchemos por nuestra libertad frente a la tiranía de la partitocracia.

La apuesta editorial de Baile del Sol Ediciones, que ya ha cumplido dos décadas, de lo cual nos alegramos, es artesanal. Música para torpes también atrae por la belleza de su cubierta, sobre fondo de color lila un par de caracolas marinas. El diseño y la presentación de los poemas invitan a su lectura, la fuente utilizada es bella y leíble, el adorno en la paginación una muestra del buen gusto estético. Da gusto así abrir un libro, leerlo y tenerlo en la biblioteca personal o colectiva.

Y conforme vamos pasando página, y transitamos de un poema a otro, los temas con pausa se van sucediendo. El amor y el desamor es otra fuente de inspiración para Rabanal, que lo aborda con total compromiso. No deja afuera ninguna de las etapas del ciclo amoroso ni los matices que ellas presentan. Con esa cualidad que tienen los buenos poetas, de radiografiarnos los instantes de la vida, parte del “… cieno más triste” de quien acaba de terminar una relación para a partir de ahí ir viajando a lo largo de ese periodo catártico que todo amor roto ha de vivir. Nos propone la música de Ben Webster como recurso terapéutico válido ante el luto amoroso. Y escuchando esa otra poesía que es la música auténtica se detiene a plantearnos los momentos últimos de toda relación sentimental. En ese detalle Rabanal muestra la profundidad de su mirada y nos abre la mente y el alma a dos preguntas: la primera, cómo se viven esos momentos postreros cuando el dolor del desamor está vivo. La segunda, cómo se vive cuando el desamor ya se ha superado.

Pero Luis Miguel Rabanal continúa con sus versos adentrándose en esto que es vivir, y aborda otro tema decisivo en la vida de cualquier persona. Con su poema Vértigos nos recuerda la fragilidad de la persona y de su vida. Invita a abrir los ojos, a meditar a través de la mirada en los asuntos decisivos de nuestra existencia. Y mira también en la mirada de los otros, con quienes se convive o se coexiste. Es ahí cuando su poesía lanza una visión crítica hacia la falta de compromiso de aquellos que se olvidan de quienes le tendieron la mano cuando lo necesitaron. De aquellos que se olvidan de sus muertos. A través de esa serie de poemas, Rabanal afronta con torería uno de los asuntos más claramente abandonados por mucha gente en nuestro tiempo: la muerte como realidad de la vida. Por cierto, el filósofo Julián Marías en su obra ya nos avisaba de este error humano que se estaba propagando como una enfermedad personal y social. No tenerla presente implica no prepararse para afrontarla. Podemos decir que quienes sí lo hacen, tienen la capacidad de llegar a ese momento último de la vida propia o de algún ser querido con una sensibilidad llena de paz. Prueba, prueben a comprobarlo por ti mismo, por vosotros mismos.

Tras leer esa serie de poemas de Música para torpes una serie de cuestiones se nos vienen a la mente y al espíritu. Quien no emplea la memoria para aprender y para mirar hacia delante, siendo consciente de esa vivencia que es la defunción, ¿hasta que punto se está auto engañando y con ello está resistiéndose a ser libre y a crecer como persona?

Con un guiño espiritual cargado de simbolismo, nos habla Rabanal del poder de liberación de La última cena. Ahora que el fin de semana está llamando a nuestra puerta, sírvete buena poesía para gozarlo de la mano de la obra de Luis Miguel Rabanal.

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Aquí. Gracias, Manuel.

Música para torpes con David González

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UNA ESPECIE DE PLANTA

Tenlo presente para cuando te despiertes.
No necesitas
que te crezca el apetito por una urgencia
fútil, te sabes las adivinanzas que te sabes
y las que no, inventas
para él por doquier los cromos y los botes.
Afuera ha quedado la niñez
y su inmediata ternura has de examinarla
sin gentileza ni hostias,
desangelada como si fuese un accidente.
Como una tromba de agua que golpease
ahora tu cristal.
No debes quejarte todavía, la vida te sonríe
con su ojo vago y te recorta las uñas,
tenlo presente para cuando te despiertes
y veas abrazadas a ti las yedras
de la casa.
Pues parece ser que te conocen,
que buscan en tus ingles para herir en ellas
al adolescente que nunca fue mortificado
por algo semejante, es la hora
de las más puras contradicciones.
Cualquiera lo diría, un hombre que sufre
atado a sus recuerdos
que son un tiovivo o son la sacavera.
Depende de los vientos, del humo
que dejaban los barcos al partir
un día señalado de noviembre.
Tenlo presente para cuando te despiertes.
Y la vida, a tu pesar, prosiga y te falten
las ganas de anotar los mayores disparates,
y de esperar y esperar y esperar
el exterminio.

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Para seguir leyendo, aquí. Gracias, David.

Música para torpes en Fanzine León


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SEGURO QUE NO ES POEMA

Es verdad que hay caminos que no conducen
a ningún territorio transitable y posible
aunque estemos seguros de que la crueldad
se aplica con sumo rigor en los bares.
Qué dulce saberlo.
Es verdad que los martes
se encargan de presentir por nosotros otra vida
más digna, más condicionada
por ti que sustituyes la realidad por ese musgo
barbitúrico y sanguinolento y pecado.
A saber quién está en lo cierto, si entregas
de noche al mejor postor una cabaña
repleta de hurones, si el cáncer que conoces
se adueña del impudor como un padre
advenedizo que visita y abre las tumbas
y en las tumbas se acuesta
más solo.
Qué fuego más lento.
Y es que ya están aquí los pordioseros, cruzan
las calles con la elegancia aprendida
en los colegios de la Obra, mojan con placer
las sucias aceras
o se apoyan en tu brazo porque tardas
en llamar por su nombre a las cosas.
Es verdad, hijo mío, que nadie te observa,
que nadie transige en tus ojos la mirada
que aseguras extrañar.
Si alguien pudiera esclarecerme
este caos, esta voz que me aturde
con su escayola pintada de almagre,
si se te antojase soportar esta arcada por mí.
Oh tú, viajero que yerras y yerras
y no te has tragado mi ipratropio, mi ambroxol.
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Aquí.

 

Vídeos de primera 16

AGUZOS

Hay días funestos que nos tiran del pelo
y nos hablan al oído con murmullos soeces,
es cuando cauterizan mejor las heridas.
Conviene estar solo
para acallar estas lenguas, nos apuran a
padecer como demonios sin pronunciar
bien nuestro nombre, nos echan de la sala
como tantos amigos.
Así la flaqueza estira más nuestra piel
y nos ata las manos, quisiste
presenciar de cerca el horror.
Dicen que quema, dicen que el pasado
se asusta contigo y comienza a dar vueltas
el mal de la asfixia,
o sea, el del cuerpo que tuvimos.
Yo puedo discernir esa historia,
asumir la ignominia y callar.
En cambio tú, hombre de pacotilla
y tristezas, retuerces tus sentidos y te haces
preguntas, preguntas como sales de fruta.
Porque para la soledad,
para la intemperie que dibujan para ti
los niños que devuelven sangre y espuma
en este preciso momento
no hay palabras que descifren tu vida.
Has vuelto a mirar.
En Olleir la memoria se agría, esperas
a que ella tienda la sábana más blanca
con los dedos cortados de tu madre, notas
que no está.
A lo mejor nos engañamos
al creer que fuimos un poquitín calamitosos,
hay días dulces para ese regreso.

 

(C) Luis Miguel Rabanal
«Música para torpes»
Voz de María García Esperón
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En Escrito en Olleir. Y aquí.

Música para torpes en Tendencias21

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«MÚSICA PARA TORPES»: POESÍA PARA ORGANIZAR EL PESIMISMO
Por Víktor Gómez Ferrer.

Tengo rabia, pero no sé cómo expresarla. De zen no tengo nada. Estoy furioso con la noticia de mi enfermedad pero pongo cara larga de Hus Puppies.

El tumor me extrae de la actualidad.

La felicidad es una musiquilla de radio en la querida pieza vecina.

Gonzalo Millán (El veneno del escorpión azul)

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(antecedentes musicales)

El poeta Luis Miguel Rabanal (Riello, León, 1957) insiste con la poesía en la poesía… gran labor, la de exponer una palabra sin herraduras… una música que recupera el mito órfico de las sirenas, la locura, el vacío (léase a Eugenio Trías El canto de las sirenas, 2007 o a Blanchot en El libro que vendrá, Cap.I, «El canto de las sirenas»). La poesía al límite. Larga cabalgadura inmóvil: Barranco y ¿… quién habla aquí? ¿A quién? Se cruzan ruidos y voces. Pero no la música, decía Vladimir Holan … circula por tu sangre un veneno antiguo de música y muerte…

(casi una sinfonía)

La torpeza de estorbarse a sí mismo. ¿En qué mundo vivimos? En un mundo que desdeña la salud y que enfermo no tiene coraje de enfrentar el reto de escuchar la música de lo vivo…

Oh tú, viajero que yerras y yerras
y no te has tragado mi ipratropio, mi ambroxol.

El poemario de Luis Miguel Rabanal está lleno de agudezas, de minucias, de desvelos. Su paciente lápiz escribe con afilada tristeza sobre los límites impuestos al cuerpo y sobre la ineptitud de los que en el camino de la cotidianeidad no somos capaces de discernir lo valioso de la existencia, su fugacidad, su imprevisible declive, su valor en los vínculos y atenciones.

el cuerpo lisiado que resulta ser el tuyo
y acaso lo sea,

Los poemas se suceden como los precisos cortes de un cirujano, que quisiera devolverle la vista al ciego. Ciego mundo el nuestro. No ve la música de los placeres más nimios y fundamentales, la aventura del roce de la piel o el sentir en los pies la arena, el frío, la sombra del camino.

Toda poesía acaba siendo un duro combate contra las infamias. En el caso de Música para torpes se trata de una lucha de la conciencia en un campo de batalla vencido sobre una cama, el cuerpo, que es el alma, que es el ausente, el que reclama la voz del poeta, su herida inteligencia, su dignidad en juego macabro de sinsentidos y renuncias, de claridad en el fondo más abisal de la aporía.

Nunca hubiera escrito esta reseña con tanta torpeza como en la ingenuidad de quien no se asoma al abismo liberador de la inexistencia, del abandono al castigo de una vida desesperanzada. Ese último umbral, el de nuestro presente enfermo, queda enmarcado aquí en la confusión y en el deseo hasta hacernos ver, ver una música de olvido que rememora sin miedo, que suena como una canción sin héroe tras una larga batalla.

Y un espejo donde los ojos
suelen encontrar cariños extraviados
que se mofaron de los cariños extraviados,
quizá debido a una sombra espuria
que se encarama en tu cabeza
para hincarte allí el odio y la melancolía.

El odio y la melancolía tensan estos poemas, nos muestran desnuda de fingimientos y de moralinas la voz de un hombre cansado. ¿no es este el signo de nuestra ahoridad? Una mujer/hombre tan cansado de lo atroz que ya se empieza a cuestionar su lucha, su resistencia.

La biopolítica es el gran escenario que el capitalismo decidió invadir, asolar, conquistar, domar, el cuerpo, la intimidad, de cada persona. Domar el cuerpo, castrarlo para la música, acostumbrarlo a vivir enfermo, a ser casi un zombie.

Sí, en la frontera del sentido último está la cuestión del zombie, del no muerto. Es ahí a donde nos lleva el poeta, con su naturalidad expresiva, sin hipérboles ni elipsis, con una rotundidad propia de la poesía que vehicula un sentir consciente y comprendido, el sentir de la existencia áptera, ensordecida, torpe. Vale para uno, para muchos, para lo íntimo, para lo público. Sus equivalencias son una auténtica e incómoda hipótesis sobre los modos de habitar el mundo hoy.

Con las mejillas llorosas no se te reconocería,
podrías viajar sin mayores amarguras al país
que prefieras,
caminarías para abandonarte
y decir: parece que mi salud no da para más.

¿Y no da para más…? Ay, claro que da para más, este “organizar el pesimismo” de Luis Miguel Rabanal es deconstructor de una realidad impositiva y falaz en sus argumentos.

Cuando tu cuerpo no se interesa
por el mundo infalible que aviva tus sentidos

Es su necesaria reacción ante los despropósitos existenciales acabar con los mitos, en primera instancia, así como reformular la vida sin los tabúes y convencionalismos, liberar a la vida de los fármacos que atontan, para afinar el oído, centrar la mirada en lo desenfocado, en el silencioso y muchas veces oculto sufrimiento cotidiano de los anónimos.

Además, emergen la ironía y el sarcasmo, concebidos como desarticuladores de lo trágico-religioso que avoca a la muerte humillando la vida.

Y así, la vidamuerte, ya no religada a un sentimiento de deuda con un Dios, puede medirse y concebirse, simple existencia, como un don imprevisto, enigmático pero propiedad del sujeto, que es en primer y último término quien tiene la responsabilidad y libertad para decidir sobre su permanencia en el mundo, sobre su actitud y sobre las despedidas.

El gran valor, hallazgo, en este poemario es el valor insustituible de la auto-ética. Punto crucial para el ser humano, asumir la responsabilidad de su vida, es decir escuchar la música sin la torpeza de esclavo, el narcotizado, el iluso, el desalmado. Atravesar el dolor físico, psíquico, indeseado, y mantener la lucidez es un reto quizá excesivo, pero vivir es un exceso de la materia, una irregularidad en un cosmos mayormente inorgánico y mayormente envuelto en la materia oscura, tan desconocida para nosotros como los reglamentos del cuerpo tullido.

Es ahora el momento para agradecer
con chillidos al que todo lo discierne

Poemas claros para un tiempo oscuro… desconfianza en los límites de las palabras, de las retóricas, de los símiles. E insistencia en escuchar la música del mundo-cuerpo, de la historia-dolor:

Por supuesto, también hoy se manifiestan
los cobardes,
banderas y alaridos igual que cada sábado,
grAznar minuciosamente:
suyo será el reino de los cienos,
son hermanos de sangre de la barbaridad

Luis Miguel Rabanal es un poeta osado, de huesos a la intemperie que al sacudirse contra el dolor generan una música de sentido, de fracturas, de dislocaciones, que antes de hundirle y ensimismarle exploran nuestra ahoridad golpeada, humillante. Es política e intima, sin distinción. Es poesía desde el dolor, desde el cuerpo, desde la música.

Vértigos y “nada de nostalgias, nada de presumir” advierte. El modo de recordar de Luis Miguel es el de los desaparecidos en las fosas, en los rincones de los basurales o a las afueras de los hospitales (tan actual hoy con las medidas ultra-neoliberales contra los emigrantes en España, por ejemplo).

Se sabe ya a estas alturas, que la poesía desde el sufrimiento, la memoria personal, es la de un yo-multitud, tan próximo a César Vallejo, Gonzalo Millán, Roque Dalton. Es la memoria no historicista (de los vencedores) sino la historia de los abajados, de los vencidos o expatriados.
Este libro anticipa y corrobora, une el presente en su triple constitución (pretérita, inminente, porvenir)

Porque llega el niño con su torpedero
de cartón a partir la memoria
en tres mitades, tú creces hacia atrás, tú
reúnes los amargos requisitos del enfermo,
tu boca solamente sangra.

Y reconoce en la ternura, en el cuidado, la validez de los vínculos, la constitución del ser humano y su limitado sentido de esperanza y dignidad. Su contra es la soledad impuesta por los que ni miran al mundo quebrarse ni al enfermo hundirse en su apozada rutina. Respirar no basta, ser persona es compartir tiempo, lugar, memoria, afectos. Y reírse de la pobredumbre propia, aristotélicamente:

Choca esas cinco, hombre, que no hay dos
sin tres, que ya no hay esperanza,
que te favorece ese rictus ahora mismo
en la cara.
Quién te iba a decir a ti que denigrarías
tu cuerpo la tarde nublada de tu muerte.
No seas crío,
no te vas a poner a vocear con desgarro
que todo se acaba, qué sublimes escorias.

(últimos acordes. Movimiento grave)

Música para torpes es un poemario muy valiente y en la madurez expresiva de un autor veraz y feroz con las premisas convencionales. “Ahí hay un hombre que dice algo”, leemos hacia el final del libro. No se lo voy a revelar, atrévanse a escuchar con atención y lentitud. Solo constatar que la fragilidad no es sinónimo de imposibilidad, mucho menos de invalidez, pues en las manos de un poeta con el don suficiente es la única voz válida para sopesar el mundo, el presente, el yo. Hagan la prueba.

Tú sí me escuchas,
envuelves mis palabras en papel de aluminio,
las alineas seguidas en nuestra caja
de recuerdos y se produce el milagro

Leer en este momento a Luis Miguel Rabanal cuestiona la propia relación de la poesía con los significados, e implica una resistencia a dar por vivido solo lo que pertenece al ámbito de lo ocurrido, de lo memorable, de lo fichado, pues entre el deseo, lo que pudo ser y no ha sido y lo que será (que anticipa la escritura) solo hay un testigo: tú. Tú y tu lectura.

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Gracias, Víktor, Yaiza.

Música para torpes con Arantza Gonzalo Mondragón

 

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AGUZOS

Hay días funestos que nos tiran del pelo
y nos hablan al oído con murmullos soeces,
es cuando cauterizan mejor las heridas.
Conviene estar solo
para acallar estas lenguas, nos apuran a
padecer como demonios sin pronunciar
bien nuestro nombre, nos echan de la sala
como tantos amigos.
Así la flaqueza estira más nuestra piel
y nos ata las manos, quisiste
presenciar de cerca el horror.
Dicen que quema, dicen que el pasado
se asusta contigo y comienza a dar vueltas
el mal de la asfixia,
o sea, el del cuerpo que tuvimos.
Yo puedo discernir esa historia,
asumir la ignominia y callar.
En cambio tú, hombre de pacotilla
y tristezas, retuerces tus sentidos y te haces
preguntas, preguntas como sales de fruta.
Porque para la soledad,
para la intemperie que dibujan para ti
los niños que devuelven sangre y espuma
en este preciso momento
no hay palabras que descifren tu vida.
Has vuelto a mirar.
En Olleir la memoria se agría, esperas
a que ella tienda la sábana más blanca
con los dedos cortados de tu madre, notas
que no está.
A lo mejor nos engañamos
al creer que fuimos un poquitín calamitosos,
hay días dulces para ese regreso.
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En En un rincón del alma. Gracias, Arantza.

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Lugares y Música para torpes con Elías Gorostiaga

De amores que van y vienen

De amores que van y vienen tú encima yo debajo tú arriba yo payaso
De amores que siempre vienen (M. NICIEZA)
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LMR se ha liberado del cuerpo pero nota como le pesa el alma y en esa pérdida ha ganado luz. Hace un tiempo me envió generosamente su poemario Lugares que imprimí y encuaderné con dos grapas. Se editó el 6 de julio de 2011 y ese es el final, porque el principio del tiempo para el que escribe poesía es siempre impreciso y siempre es doloroso. Lugares, es un testamento con veintidós poemas en el que hay un cuerpo que se va deshaciendo y un espíritu que va tomando forma, solo se ve si centras mucho tu atención, si te concentras, si eres capaz de perder el dolor, el peso, el calor, la humedad, la adicción, la sed y entras en ese estado en el que reposan los africanos mientras esperan el tren, mientras esperan que se llene el autobús para un viaje largo, o cuando esperan en el mercado que alguien compre su producto.

Y el viaje empieza en Montecorral, sin moverte, como una columna de piedra dentro de un jardín, y con la espalda cubierta de líquenes, pero entre esa maleza puedes recordar, puedes ver y sabes que ese, ya es un territorio onírico, el terreno que une la memoria de LMR, una memoria que también tiene mucha niebla.
Y el viaje es Olleir, un lugar que ya no existe y es tan real en la imaginación del poeta como lo es la memoria de un álbum, un lugar en el que los cuentos antiguos caen a tu paso como losas de pizarra

“No mirabas atrás no fuera a ser
que el tiempo incumpliese contigo
su acomodo o que la noche te tizne
la palma de las manos
con un hollín sucinto
semejante a la desolación.”

Escritura precisa, a veces te arranca dentelladas de carne y otras falsamente suave, todo lo suave que puede ser una cuchilla de afeitar sobre el cuello, mientras suplica y te culpa de un dolor “Dime que no fue en balde,/ una estación tras otra sin el cielo/ azul y sin el olor de las lilas, dime/ que fuiste tú quien suplía el afecto/ con manos destrozadas por el desdén y la cal.” Y otras muchas veces quieres y no sabes por qué esos paisajes, esos recuerdos encierran forcas, peligros, palabras espeluznantes, trapos viejos para abandonar, lástima y arañazos constantes, manteniendo en todo una cordura inexplicable, la cordura que solo puede producir el amor.

Con esta poesía no puedes tener prisa y no puedes fallar, hay que resignarse y esperar a que te abra esa puerta (en la que muchas veces esperas sin resultado, como un huérfano helado de frío), por la que hay que entrar a un mundo que unas veces es accesible y otras muchas imposible, un mundo vedado, como los cotos de caza muy vigilados, de donde es difícil entrar y difícil salir, sin arañarse.

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“Resulta enojoso acordarse de ti/ por la noche, cuando no/ puedes respirar.”

Hoy estoy de nuevo con el último libro de este poeta leonés, que vive dentro de una piedra blanda, inerte, que respira y duele, que ha ido esculpiéndose en versos, de dentro a fuera, como se esculpieron las montañas, desde tan adentro que no sabes calibrar la profundidad de esa sima, pero notas la llamada. El último libro se titula Música para torpes, lo forman veintiún poemas y a ellos se asoma de nuevo un paisaje y una nostalgia parecidos y parecido es este otro Montecorral que aquí aparece.

Este es un libro más complejo, encierra otros pesares y esa sima que antes parecía tan profunda ahora es insondable, siempre y cuando tú mismo lo seas porque de repente el hermetismo se hace líquido, como un manantial en medio de un bosque, como una confesión. Pero el tono cambia, como se cambia de humor y de repente ajusta el paso de rosca y a alguien le ajusta cuentas, unas cuentas muy personales,

“Los dos coincidimos en que era
un estupendo susto la vida”

o quizá me equivoco y es esa voz femenina la que le está ajustando al poeta las cuentas, unas cuentas de las que nadie sale bien parado, o son todos contra todos, como un sin dios, como un puto torbellino que te atropella y te hace volar lejos de todos y de todo.

“Es verdad que hay caminos que no conducen
a ningún territorio transitable y posible”

Ninguno y todos, todos estos terrenos terminan manchándome los zapatos, tengo que dejar pasar el tiempo y volver a leer este ramo de lirios del valle, antes de que sea demasiado viejo para aprender.

Me gustan palabras como almagre, gatiñas, desnevios, un salguero caído, ferrerina, collar de agavanzas, ñubero, y también Olleir versus Riello.

Una cosa más: de la memoria que dejan estas frases, bebemos durante años los escritores estériles de novelas, los que creemos saber algo y nos ponemos en el lugar de nuestros personajes y perdonamos, culpables y vanidosos, como el más culpable de los hijos de puta. Perdonadme, pero el camarada no sale ya de casa, ahora tiene que seguir leyendo dieciocho libros más de este poeta que se llama Luis Miguel Rabanal

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Gracias, Elías.

Música para torpes en Filandón

Nada es como tendría que haber sido / JOSÉ ENRIQUE MARTÍNEZ
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En sus libros anteriores, Mortajas (2009) y Fantasía del cuerpo postrado (2010), el dolor, la soledad, la tristeza y la muerte impregnaban los poemas; Luis Miguel Rabanal publicó después Lugares (2011) con dos características: un tú como máscara del yo y el regreso imaginario hacia los lugares de la infancia, el mítico Olleir (Riello, lugar de nacimiento del poeta).

En el nuevo poemario, Música para torpes, reaparece la segunda persona a la que van dirigidas las palabras, «ese necio personaje que se asemeja tanto a ti y apenas eres tú». Ese personaje es el doble o desdoble del poeta, que lo mira en el espejo como reflejo de sí mismo. La poesía de Rabanal en Música para torpes es una poesía ensimismada, centrada en sí mismo como personaje y como persona, en «el cuerpo lisiado que resulta ser el tuyo y acaso lo sea»; la presencia constante del cuerpo doliente es una característica inevitable de su poesía, así como el ámbito de soledad en que recuerda y sufre. La referencia a la enfermedad, los fármacos y el dolor son lógicas en esta poesía.

Tampoco puede faltar, aunque sea parcamente, la evocación de Olleir, evocación de lo que nunca ya será, pero que sigue alimentando la memoria, el dolor de la pérdida y la alegría del retorno imaginario a los juegos en Montecorral. Pero, en el polo opuesto, también sirve para constatar, con melancólica desesperanza, que «nada es como tendría que haber sido». La melancolía proviene de la conciencia del tiempo y sus desastres; el tiempo, «un viejo camión de la limpieza» que si «nos traslada a un pulcrísimo paraje», acaba dejándonos tirados «a las puertas del hospital sin nombre». «En Olleir la memoria se agría», escribe el poeta: el pasado hace daño, como lo hacen también los otros en el recuerdo.

Este poemario de Rabanal exige atención, detenimiento, relectura. ¿Qué significa, por ejemplo, que «la mañana resplandece y hay muchachas / para espiar desde otro mundo, el que aprisionas / a diario escurrido entre los dedos»? La elusión de la anécdota que está detrás extiende una bruma sobre el poema. Acaso se deba a que «las palabras nos descubren el pesar / que nos aterra» y que el espejo «no refleja sino la sombra / de una sombra que bien podría asemejarse / a esto que ahora podría ser que somos». Quiero añadir que el poemario consta de 21 piezas, con 33 versos cada una: 693 versos en total. No sé si la regularidad numérica esconde mayor significado.

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MÚSICA PARA TORPES, Luis Miguel Rabanal. Baile del Sol, Tenerife, 2012. 54 páginas.

Música para torpes en Crónicas para decorar un vacío 2

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siempre me quedarán las palabras de Luis Miguel Rabanal, aunque ya no sepa escuchar ni bailar al sol de la luna llena… siempre me quedará su música para mí, ese torpe que pergeña notas oscuras y dice que busca luz mientras se emboza en una capa de niebla… ese que en estas noches aúlla a una luna, y se piensa declamando, unos versos sin fin pues el final es el principio y en cada vuelta crecen y crecen como la memoria que se descubre, la que enseña sus raíces pudendas sin sonrojarse y sin preámbulos, que ya todo parece andado si no recordamos y tropezamos en las ingratitudes que reposan al borde del camino, igual que aquellos mineros acribillados, los mismos, son los mismos en el vértigo de estos días que olvidamos pero el poeta no, el poeta aguza aún más la palabra que nos alumbra, de la que somos sombras que oscilan como dobles disolutos… sombras de la memoria.

así son sus versos siempre en mí, versos púrpura que dan la luz en mis noches… música que engancha por los adentros haciendo que algo vibre en mí, música negra que llama a la emoción, al emovere latino: a moverse, que alborota mis anquilosados miembros occidentales, y me hace crecer hacia dentro, hacia lo oscuro, el territorio denostado que me enculturaron los que mienten como mienten sus neones

MUCHEDUMBRES

Las palabras no describen el pesar
que nos aterra, es como si quisiesen descubrir
lejos de nosotros nuestra desmesura, así
nos hallamos un atardecer
ante el espejo que no refleja sino la sombra
de una sombra que bien podría asemejarse
a esto que ahora podría ser que somos,
un cuerpo aborrecible
o el envoltorio desempolvado de un tapir.
Ya ves que desde un principio
se desvanecen tus euforias por momentos
de miserias, no en vano dilucidas
escenas donde el temblor consideraba
ser menos cortés
que carterista, que loco cómitre en la niebla.
Cada vez que se asoma a la terraza
el rencor, cada vez que mira
bajo su desnudez y confirma que hay pus
y secretos, y techados de lata y una lluvia
formidable como la enfermedad que extrañas,
algo se trastorna de súbito.
Por supuesto, también hoy se manifiestan
los cobardes,
banderas y alaridos igual que cada sábado,
grAznar minuciosamente:
suyo será el reino de los cienos,
son hermanos de sangre de la barbaridad,
ya sabes, lo que a ti
más te divierte cuando los oyes gritar
viva cristo rey, viva la hostia puta.
Por eso decía que las palabras transcurren
conforme a tu desolación, se acercan a tu cuello
y te arañan cual muchacha, sí, sí, encantadora.

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reflejos de la sombra de una sombra que el poeta no olvida y al no hacerlo nos recuerda que, si recorremos el camino sin nosotros, el cómitre con su látigo nos regresa a los tiempos de galeras en los que… adivina si quieres quiénes son los forzados en este reino de los cienos…

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Si te apetece leerlo entero, aquí.
Gracias, siempre, Alfonso.

Música para torpes en la web de DVD Ediciones

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EXTRAÑAS

Cada día que pasa te jactas más y más
de esa leyenda oscurantista de la vida.
O acaso sea de la muerte.
Excepto tú nadie lo distingue,
la inquina que producen las horas terminadas
y las que ya no contemplaremos
jamás al amanecer, al irse
el sueño para siempre y los jadeos.
Excepto tú nadie lo distingue,
nadie, o eso te parece.
Es bueno verificar las peripecias
que enumeras sin cesar a las visitas,
serenan tu mirada como un reproche
y así creemos por momentos
en la inmensidad del desastre.
Son sombras que velan por ti.
Cuando tu cuerpo no se interesa
por el mundo infalible que aviva tus sentidos
cual tormenta, cual una gran disputa
que rifará tus miembros:
esta mano para que no se la coman los búhos
de la noche, este pie para acompañarte
cerca del brasero, este muslo que se resquebraja
sin que se entere, el muy bruto.
Es la aflicción ahora la dueña del colmado,
se mesa los cabellos
dándonos a entender que está desesperada,
que está cerca de aquí
para bañarse, por fin, como una faraona.
Son sombras que acceden a enfermar
lo mismo que un intruso,
señalan tu rostro para clavar en él augurios
raros, agujas de tejer, son tan graciosas.

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Gracias, Juan Manuel.

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Si te apetece, el libro me imagino que aún se podrá conseguir en librerías y también en Paquebote.

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