Que llueva siempre y Carlos Alcorta

 

Una despedida no exenta de incógnitas

El deseo de que llueva siempre parece, más que una aspiración que puede albergar connotaciones positivas (la lluvia como elemento fecundador de vida), un epitafio, el lema de una renuncia, si entendemos la lluvia como sinónimo de oscuridad, de nostalgia, de recogimiento vital. Luis Miguel Rabanal (León, 1957), autor de una extensa obra poética que agrupó en un magnífico volumen, “Este cuento se ha acabado. Poesía reunida 2014-1977”, publicado en 2015, ha escrito este libro de poemas como si fuera, parafraseando a Francisco Brines, el “ensayo de una despedida”, pero quienes escribimos sabemos que el oficio de escribir está sujeto a ciertas servidumbres, a ciertas prescripciones que exceden la voluntad del poeta, por eso, pese a que, como veremos, la muerte —«Ahora es el tiempo de merecer, / sin más ni más, la muerte», escribe en «Lugares comunes»— ronde en algunos de los versos más desgarrados de “Que llueva siempre”, creemos que responde más a un estado temporal de desesperación que a una intención consolidada, a pesar de que el último poema del libro cierre el círculo cuyo punto de partida estaba en el primer poema y redunde en este propósito, o quizá por esa misma razón, ya que la latente ironía rebaja el impacto de la tragedia: «Aleluya pues, amigo mío. / Despídete de todos y de todo, y para la ocasión vístete / de etrusco en celo o de policía nacional endomingado. / Cuentan por ahí que vale más quien enumera sus errores que el que se ciñe a la ferviente / inmensidad opaca de su culpa».

La poesía de Rabanal se ha caracterizado siempre por la profusión de detalles, por el deseo de verbalizar la totalidad de la experiencia, lo que le lleva, en ocasiones, a rozar la exuberancia verbal. Y es que no resulta fácil mantener un tono reflexivo de alta textura emocional cuando el poema se dilata métricamente y el ritmo se “corrompe” por la necesidad de enfatizar un determinado sentimiento, sea el que constata la fragilidad del amor o el que provoca asumir que la enfermedad y el dolor son inseparables de la propia experiencia. Las particulares condiciones de la vida del autor afectan ineludiblemente a su escritura y el lector que esté al tanto de esas limitaciones no puede ignorarlas cuando se dispone a leer sus poemas. Sin embargo, es oportuno preguntarse hasta dónde son capaces de percibir las causas de ese sufrimiento los lectores que desconozcan esa terrible circunstancia. Muchas son las pistas que Rabanal va dejando en sus poemas. Ya en el primero, ya mencionado, «Un hombre que dice adiós», escribe: «Es el apestado que sobrevive a su propia / y profunda mala suerte». Unos versos más adelante hace alusión a su padecimiento, aunque utilice como máscara una distante tercera persona: «Si quisiésemos podríamos golpearlo sin dolor, / con solo hacer burla de sus piernas que no existen». Como sabemos, el personaje que protagoniza los poemas es solo a medias independiente del poeta, del hombre que escribe. Comparte, sí, vivencias, ambiciones, sueños, pero dicho personaje, y a eso ayuda el distanciamiento antes aludido, es visto no solo desde el interior, sino a través de un periscopio que emerge a la superficie y observa el entorno y, a su vez, es observado casi como si fuera un extraño para sí mismo. Esa es una de las virtudes de la poesía, la capacidad de desdoblamiento: «Es el personaje que tose desde su silla / ensangrentada y tiene mucho, mucho, mucho frío. / Nos ha mirado con pena y nos señala / por casualidad las flores», pero también es el que «cualquier día comenzará nuevamente a caminar / por la casa…». De forma paralela a la narración de estos hechos presuntamente objetivos, se desarrolla una visión del mundo que tiene poco que ver con la realidad y mucho con la alucinación, con una más que probable influencia de José Hierro. Ambienta una gran parte de los poemas una iluminación onírica que alimenta esas alucinaciones al parecer solo momentáneamente, porque pronto «la realidad [las] convierte en monsergas».

La presunta despedida es el hilo argumental que conecta estos poemas divididos en tres secciones con títulos muy aclaratorios: «Despojos de la vida alegre», «Todavía es memoria» y «Los sueños raros». No hay diferencias sustantivas entre los poemas que integran cada una de las partes, si acaso en la última, ese halo onírico está más presente que en las anteriores. “Que llueva siempre” cierra la trilogía que con el título común de “Postrimerías” forman «Los poemas de Horacio E. Cluck” y “Matar el tiempo”. Cualquier lector puede advertir que la muerte está muy presente en todo el ciclo, pero en este último libro prevalece por encima de esa presencia opresora otra de signo vitalista que nos hace, además, albergar la esperanza de que la citada despedida sea solo un repliegue momentáneo. Hablamos del componente erótico, de la recreación en el cuerpo objeto del deseo visto sí, desde la nostalgia, pero una nostalgia nutricia, asociativa: «La vida era otra cosa y apetecía encararla / desnuda, violenta o agotada, quitándose el vestido, / y muy cerca de nosotros oler su piel». La combinación de ambos aumenta las incógnitas que el lector futuro deberá ir despejando.

Que llueva siempre, Huerga y Fierro Editores, Col Rayo azul, Madrid 2020.

 


Reseña publicada en el suplemento Sotileza de El Diario Montañés, el 12/06/2020
También aquí: https://carlosalcorta.wordpress.com/2020/06/12/luis-miguel-rabanal-que-llueva-siempre/
Gracias, Carlos.

Tres inhalaciones y Ana Martín Puigpelat

Rabanal_tres_Inhalaciones_alta

ACEITES SANTOS EN LA MANO DE RABANAL
O QUÉ DECIR QUE NO SE HAYA DICHO YA DE SUS
TRES INHALACIONES

Una reseña o una interpretación. Una interpretación, lo subjetivo, esa parte del pensamiento.

Así que vamos a lo objetivo:

Tres inhalaciones de Luis Miguel Rabanal, publicado en la editorial Amargord, es un libro importante, fundamental, absoluto. Si usted, lector, se lo pierde, tiene un verdadero problema.

También es objetivo que Luis Miguel Rabanal es un grande de nuestra época, algo ya incuestionable. Y en este su último libro, el poeta nos demuestra la amplitud de sus registros, su capacidad para moverse en cualquier estilo sin dejar de ser no sólo correcto sino insuperable. Pues no sólo se limita a hacer del poemario tres partes bien diferenciadas en su temática sino que además cada una de ellas mantiene un estilo bien definido y bien distinto entre sí.

Ahora lo subjetivo, es decir, mi lectura:

Cultura es tradición y la nuestra judeo-cristiana se asimila a la Iglesia católica y sus cosas. Su simbología, usada en su justa medida, amplía el panorama absurdo de lo que debería ser siempre la poesía.

Según la RAE, inhalación no sólo significa aspirar, también supone soplar en forma de cruz sobre las ánforas de los santos óleos al consagrarlas.

La primera parte de libro, Las luces largas, arranca con una cita de prensa acerca de un accidente de tráfico. Poemas de un solo cuerpo. Cuerpo despertando de sí mismo. Primera persona. Ese volver a nacer, acomodar el ser a una nueva dimensión. Equivaldría a ese aceite que se recibe en el bautismo.

La segunda parte, Pequeña galería de poetas sin reloj, se compone de poemas con vocación de río, de verso largo, de estrofa definida. Poemas antecedidos por títulos en los que se nombra a poetas incuestionables y también por una cita de cada uno de ellos. Poemas que van intercalando pensamientos o aseveraciones fantásticas acerca de los/las poetas con otros en los que en una especie de plano secuencia aparecen cuadros definidos. Equivaldría al segundo aceite que se utiliza en las consagraciones de personas u objetos. Y eso es esta parte, la consagración de los poetas a partir del nombre de los que fueron y siempre serán.

La tercera y última parte, Un poema de amor, consta de poemas breves, una suerte de diálogo entre acción y reflexión. Si la poesía se jacta de lo no dicho, en este caso el poeta vuelca todo aquello que queda en penumbra o entre líneas, todo aquello que no se dice. Es la parte más dura o difícil de leer. Una historia de maltrato, violencia de género, dolor… Equivaldría al tercer aceite, al que se dispone para la unción de enfermos. Enfermos graves, susceptibles de morir. Pues de una historia de enfermos nos habla. Quien llama amor a la violencia, a la posesión es alguien aquejado de una severa herida.

Vuelvo a lo objetivo:

Tres inhalaciones es un libro imprescindible para la poesía actual tan poco necesitada de “ombliguismos”. Una estupenda muestra de esa obra en proceso que en cada nuevo libro nos sorprende más y más. Luis Miguel Rabanal, maestro de sí mismo.

Ana Martín Puigpelat

Este cuento se ha acabado en Rick’s Café

Este cuento se portada
.

ROSA CHACEL SE DESPIDE DE A. EN CAMPO GRANDE

«La culpa se levanta al caer de la tarde»,
R. C.

Inquieta acordarse de cómo han surgido
de la escritura tantas facciones infrecuentes
como se amontonan en el fragor de estar
tergiversadas sin el corazón del otro,
excepto en las manos repletas de vitolas.

A la sombra del árbol del amor alguien
se interesa por el nombre del muchacho
que escupía de una forma tan rara la saliva
y las palabras.
Ella, que cree ser el fuego
o su luz apacible, frunce el vestido,
recomienza la seda a contrariarse.

Aún conmueve reparar en las partículas
de ceniza que fracturan y fracturan
el rostro sin visos de recato.
Es casual, la niña atesoró en su medalla
de plata certidumbres
y restaura el mimetismo de la noria
que da cuenta del tiempo con injurias
brutales o se remienda la boca
con abundante agua de borrajas.

No hemos acabado de decidir
nuestra propia incredulidad, le dice.

.

Es inútil reconocer
el cielo extraño y las
nubes que no cubren.
Se sucede el silencio
como un aparecido
muy lúcido. No será
el amor con sus uñas
inciertas. La vacilación
alivia su aliento para
después fantasear por
quien tarda en venir.
.

Gracias, Manuel.
http://www.rick-cafe.com/?sc=5&ida=109
http://www.rick-cafe.com/?sc=5&ida=110

.

Rabanal_tres_Inhalaciones_alta

Tres inhalaciones en Reseñados

Rabanal_tres_Inhalaciones_alta
.

Por Luis Vea

(Tres inhalaciones, Luis Miguel Rabanal, Amargord, 2014, 105 pp., 12 euros.)

A los que somos asmáticos el concepto inhalación siempre nos lleva al mismo lugar. Esa sensación de falta de aire que se cura con la inhalación de algún medicamento. No sé si Luis Miguel Rabanal (1957) es asmático -quizá debería habérselo preguntado- pero aquí creo entender su significado. Creo ver ese alzar la cabeza para respirar aire fresco cuanto todo alrededor está viciado hasta el ahogo.

Tres inhalaciones contiene tres poemas largos de temática diferenciada cuya característica esencial sea quizá la necesidad de respirar para abandonar el aire viciado. De respirar aire fresco, de libertad, de ahogo que necesita calmarse.

El primer poema, Las luces largas, parte de una cita que corresponde a una noticia aparecida en un periódico. En ella se habla de un accidente de tráfico. Habla también de otras hipótesis: suicidio, atropello, un conductor a la fuga. Luis Miguel Rabanal parece describirnos la escena, las sensaciones que pasan por el accidentado, lo que allí se ve y se siente y en una posible historia y su devenir posterior (p. 9):

“Se acerca la luz
como el mal se acerca.
Nada ya se oye”

Y también en (p.17):

“Morir no tiene por qué
ser diferente a pasar
las aguas con cautela”

La segunda parte contiene un conjunto de poemas bajo el título genérico de Pequeña galería de poetas sin reloj. En dichos poemas, cada uno de ellos titulado, aparece nombrado un poeta. Cada poema viene precedido de una cita de dicho poeta y da la impresión de que el contenido del poema parece recrear o estirar de la historia de la cita. Al final los poetas se interrogan sobre sí mismos o sobre el oficio poético y sus alrededores. Hay un poco de ironía, algo de absurdo y de chanza, de reírse de uno mismo (p.31):

“¿Por qué enmudecen los poetas
a las seis de la tarde? ¿Por qué se desabotonan
la camisa como si nadie estuviera?
Que alguien nos saque de dudas,
por dios.”

Por estas páginas pasan: Efraín Huerta, Rosa Chacel, Jaime Gil, Anna Ajmatova, Philippe Soupault, Neftalí Reyes, Unica Zürn, Victoriano Crémer, Wystan H. Auden, Luis Cernuda, Marina Tsvetáieva, Panayoti Seretide, Carlos Edmundo de Ory, Álvaro Mutis, Césare Pavese, Gottfried Benn y Marguerite Duras.

Otros ejemplos (p. 33):

“Los poetas benditos, los poetas malditos,
esos sí que experimentan unas ganas de morirse
locas”

“¿Habrán sido los poetas alguna vez
verdaderamente felices?” (p.35)

“Las poetas permanecen ensimismadas alrededor
de la encina, han salido un ratito a mirar
el estertor de la noche” (p. 42)

“Los poetas orinan en sus manos en sueños” (p.46)

La tercera parte contiene un largo poema de amor, es un decir. Su título: Un poema de amor. En él fundamentalmente se habla de un caso de malos tratos, de vejaciones, de violencia contra la mujer (p.50):

“no me des en la cara por favor he sido buena
acataré lo que tú digas”

El poema parece ser un diálogo entre el maltratador y la maltratada.

“no me veas con odio
no soy ruin como insinúan afuera
me mortifican tus ojos si miras a alguien” (p.56)

Tres inhalaciones, tres instantes en que uno necesita respirar aire fresco, de Luis Miguel Rabanal.

.
Gracias, Luis. http://luisveagarcia.blogspot.com.es/2015/03/tres-inhalaciones-de-luis-miguel-rabanal.html

Tres inhalaciones en La mirada ausente

Rabanal_tres_Inhalaciones_alta
.

Por José Antonio Sáez Fernández

Tres inhalaciones es el título del ultimo libro de poemas de Luis Miguel Rabanal (Riello, León, 1957). Tres inhalaciones necesarias para expandir y relajar las vías respiratorias, a fin de poder realizar esa función tan elemental, esencial y necesaria como constituye la respiración, vital para tantos seres que inspiran y espiran, mientras su corazón golpea a ritmo de sístole y diástole la sangre que circula por su organismo. Tres inhalaciones que se efectúan aspirando el inhalador y reteniendo el aire momentáneamente en los pulmones hasta expulsarlo por la misma boca y la nariz, cuando comienza a ser difícil la retención del mismo.

El libro de Luis Miguel Rabanal es bastante crudo en su conjunto, pero especialmente en su tercera parte: «Un poema de amor», que versa sobre el maltrato femenino o sobre la violencia de género, si así se quiere. Las otras dos partes llevan por título: «Las luces largas» (la primera) y «Pequeña galería de poetas sin reloj» (la segunda). El poeta de Riello hace uso aquí del fragmento o de una poesía fragmentaria, corriente formal de la lírica española actual que cuenta con bastantes seguidores, tanto entre los poetas practicantes como en los lectores que saben apreciarla.

La primera parte del libro: «Las luces largas» está compuesta por un conjunto de poemas que constituyen a su vez, y según mi modesta intuición, un conjunto de percepciones sensitivas y cognitivas las cuales bien pudieran corresponder a las de una persona que ha sufrido un accidente de tráfico y no por ello deja de experimentar en su propio cuerpo y elaborar en su cerebro esa serie de sensaciones y percepciones a que me refiero; las cuales, en mayor o menor medida, contienen una buena dosis de carga conceptual y constituyen todos y cada uno de los textos integrados en esta gavilla inaugural del poemario:

Extendido, el cuerpo/parece menos artificial/que de costumbre./Colman la carretera/sombras reservadas/y árboles añiles. Apura/ahora el corazón sus/penúltimos latidos. Las/manos no responden,/aún no han descubierto/su teatro. Duele la/garganta de tan poca/y tan poca reticencia» (p. 12).

Pareciera como si el herido en el accidente elaborase un dictado de esas sensaciones y percepciones desde el momento en que este se produce, hasta el instante en que llega el auxilio en carretera, pasando por el dictamen de los médicos sobre su estado. Y en el transcurso de ese proceso, el poeta elabora un discurso esencial y depurado, fragmentario a veces y en ocasiones roto de cuanto procesó en su memoria sobre aquellas horas de dolor.

La segunda parte, «Pequeña galería de poetas sin reloj» está constituida, a su vez, por una serie de envíos a distintos poetas, algunos españoles y otros extranjeros, que seguramente deben haber sustentado la formación poética de Luis Miguel Rabanal o, en su caso, haberle ayudado a entender el mundo. Así: Efraín Huerta, Rosal Chacel, Jaime Gil de Biedma, Anna Ajmátova, Victoriano Crémer, Pablo Neruda, Auden, Cernuda, Álvaro Mutis, Cesare Pavese, etc. Son textos de mayor extensión que la que exigen los poemas fragmentarios, los cuales se incluyen especialmente en la tercera parte del volumen, y que poseen un lenguaje muy elaborado y depurado, con un bien marcado ritmo y de los que disfruta con mayor sosiego y claridad el lector. Y ello porque el poeta nos da esta tregua intermedia para volver a golpearnos duramente en la tercera parte del libro: la de los poemas propiamente fragmentarios, que como ya anuncié lleva por título: «Un poema de amor». No se trata, en verdad, literalmente, de un poema de amor sino de desamor, y afronta uno de los desgarros sociales más dolorosos de nuestro tiempo: el de la violencia de género, todo un viacrucis para quien la padece o la ha padecido. El lenguaje aquí se hace áspero y arrojadizo, hiere como una piedra en el rostro y como una cuchillada en las entrañas. El verso se recorta hasta quedarse pendiente de un hilo en el abismo. Todo un aldabonazo y un redoble de conciencia.

El poeta de Riello, residente en Avilés, da muestras así de una extrema sensibilidad hacia un problema lacerante, especialmente para la mujer en la sociedad del siglo XXI, el cual termina, con demasiada frecuencia, en tragedia. Estos son los versos con que concluye el libro: «pégame duro da igual/ya no siento nada debo de estar muerta» (p. 102). Se alternan aquí, en un doble lenguaje, textos de vocabulario coloquial y realista, en los que se recogen las expresiones y situaciones que engendra la violencia de género propiamente dicha; o bien y a través de la voz femenina predominantemente dicha; o bien a través de los improperios de la voz masculina, con otros de un lenguaje «justificativo» en donde se intenta reproducir, no sin cierta ironía en ocasiones, algunas de las posibles excusas del maltratador.

Por todo ello, Tres inhalaciones es un poemario que, por su dureza y necesaria radicalidad emocional, por su hondura y sinceridad, por su desgarro y por su verdad impacta al lector; no pudiendo dejar ubicado a nadie que se acerque a él, con generosidad y amplitud de miras, en los aledaños de la indiferencia o el escepticismo.

(Luis Miguel Rabanal: Tres inhalaciones, Amargord Ediciones, Col. Helado de mamey/ Punto verde, Madrid, 2014, 108 pp.)

.

Gracias, José Antonio. http://lamiradaausente.blogspot.com.es/2015/01/tres-inhalaciones-de-luis-miguel-rabanal.html

Tres inhalaciones en Bebiendo versos

Rabanal_tres_Inhalaciones_alta
.

CESARE PAVESE SE CANSA DE ERRAR

la mujer le muerde los cabellos
C. P.

Los poetas adquieren rutinas curiosas
a lo largo del día, estudian con ahínco
la brevedad del ser y otras maravillas muy útiles,
se portan mal como nosotros
lo habíamos planeado una vez en los baños
del cine.

Algunos incluso sobreviven dictando
sonetos, oh jovial infiernillo, a la obtusa
memoria del magnate del ocio.

Los poetas se aplastan la frente contra lexemas
dorados y no dicen ni mu, pero a veces recuerdan
también que tuvieron en sus labios una clara
percepción de haber sido otros.

Los poetas se hincan cristales en las entrañas
los domingos con poca angostura en tanto,
en la jaula del segundo, el ruiseñor, luscinia
megarhynchos, entona en silencio.
¿No es reconfortante esta impetuosa equidad?

Los poetas orinan en sus manos en sueños.

.
Gracias, Magali. Aquí se puede leer el texto previo y el poema: http://www.bebiendoversos.com/2014/11/bebiendo-los-versos-del-poeta-de-ollier.html

Panayoti Seretide cuenta hasta siete

Rabanal_tres_Inhalaciones_alta
«Cortocircuitos, perfumes, candelabros».
P. S.

Himnos con los que no esperamos construir
arduos despojos sino lágrimas que no soporten
ni la llama ni el placer de los necios.
El del sudor de esos niños y la disciplina
insolente de las muchachas que gimen
sin pagar por sus labios monedas.
Porque no se habitúa a comportarse como
el que retuerce su piel y se hace poseer
por presencias que repelen el alma
con sueros nauseabundos.
Lo mismo que el dolor.

Así hasta completar la vigilia del hombre
que ha vuelto sobre sus pasos y averigua
la manteca rancia con que se ha saciado
en penumbra.
Es la muerte que tuve, le responde la muerte
que se acerca desfigurando a borbotones
su rostro, lo mismo que el dolor.

No es un fuego que trastorna la desidia
y traspasa nuestra carne con cicatrices ramplonas.
No es el principio ni el final que nos sueña
con asco, sucede en las casas menos polvorientas
cuando nadie ha venido a dormir junto a ti
sin más argumentos que apuntarse
en la mano estigmas, lunares.
Lo mismo, lo mismo que el dolor.

.
De «Tres inhalaciones», Amargord, Helado de mamey, Madrid 2014

Tres inhalaciones en Trianarts 4

Rabanal_tres_Inhalaciones_alta
.

UN TAL JAIME GIL NOS HABLA CADA DÍA

Pasada ya la cumbre de la vida
J. G. de B.

Los poetas saben de sobra que no saben nada
aunque han llegado de lejos como llegan los fríos.
De súbito, cuando entran en la escena,
se les ve enrojecer y el desprecio es un color
invisible y de su frente febril
nacen dos amapolas cortadas.

Los poetas no conceden credibilidad
a los búhos que se posan en los tejados en ruina.
Es más, los poetas se lavan la cara
con gotas de lluvia pasada la medianoche,
abren sus brazos a la melancolía
y se atreven a blasfemar dulcemente en silencio.
Son como son,
tan feroces incluso que duele advertir
su parsimonia en la barra vacía de los bares
frente a un vaso vacío de certidumbre y de menta.

Los poetas se quitan el polvo del blazer
con el dedo que falta, siempre, siempre
con el dedo que falta.

Hay días que, sin
los poetas, no tendrían remedio.
Los poetas benditos, los poetas malditos,
esos sí que experimentan unas ganas de morirse
locas.

.
Gracias, Concha. http://trianarts.com/luis-miguel-rabanal-un-tal-jaime-gil-nos-habla-cada-dia/

Suplantar el amor…

Rabanal_tres_Inhalaciones_alta

Suplantar el amor con
dados casi siempre.
Saber que arrinconas el
grito del que ya cansa
observar a la deriva.
Presentir la cadencia del
tedio, sonidos que se van
desuniendo gota a gota,
como el ansia de ser
otro. Ceder el turno a la
cordura, aleve pero sin
dilación ni despilfarro.
Hacerte pasar por quien
dormita, o por quien ríe.

.
De «Tres inhalaciones» (Amargord, 2014)

Tres inhalaciones en Ojalancia

Rabanal_tres_Inhalaciones_alta

.

UNICA ZÜRN SE ENTRETIENE CON MUÑECAS Y TRAPOS

¡Es paralítico! ¡Qué suerte!
U. Z.

Las poetas fingen ser execrables
cuando sangra la noche, se secan los muslos
con toallas prácticamente mojadas
y hacen del amor canciones de Dylan o cuerpos
enfrascados en escoria y escrúpulos.

Las poetas se encaraman a armarios solemnes
esos días de grima o se asoman al balcón
como niñas absurdas y cierran sus ojos
desde otros ojos cansinos sin apenas saborear
alegres la sidra del tiempo.
Las poetas han dejado para mañana sus cabases
pintados y los chalecos de punto.

Las poetas gritan de goce al sonar la hora
igual que gritan los chicos de clase de griego.

Las poetas se ofuscan en bazares umbríos
donde cambian diarios por brotes de soja
interminable, llevan en sus bolsos el azúcar
diverso de los desencuentros y sacan conclusiones
de la vida como si la vida ya no estuviese.

Las poetas se suicidan de pie como heroínas
de musgo.

.

Gracias, Ernesto. http://ojalancia.blogspot.com.es/2014/10/unica-zurn-se-entretiene-con-munecas-y.html

Tres inhalaciones en Trianarts 3

Rabanal_tres_Inhalaciones_alta
.

CESARE PAVESE SE CANSA DE ERRAR

la mujer le muerde los cabellos
C. P.

Los poetas adquieren rutinas curiosas
a lo largo del día, estudian con ahínco
la brevedad del ser y otras maravillas muy útiles,
se portan mal como nosotros
lo habíamos planeado una vez en los baños
del cine.

Algunos incluso sobreviven dictando
sonetos, oh jovial infiernillo, a la obtusa
memoria del magnate del ocio.

Los poetas se aplastan la frente contra lexemas
dorados y no dicen ni mu, pero a veces recuerdan
también que tuvieron en sus labios una clara
percepción de haber sido otros.

Los poetas se hincan cristales en las entrañas
los domingos con poca angostura en tanto,
en la jaula del segundo, el ruiseñor, luscinia
megarhynchos, entona en silencio.
¿No es reconfortante esta impetuosa equidad?

Los poetas orinan en sus manos en sueños.

.

Gracias, Concha. http://trianarts.com/luis-miguel-rabanal-cesare-pavese-se-cansa-de-errar/

Tres inhalaciones en Rick’s Café

Rabanal_tres_Inhalaciones_alta
.

Agravios comunes
que reseñar en días
hermosos. La mueca
borrada por el sicario
atroz que huye, dedos
que abundan en la
tráquea del cadáver.
Sabrás de mí cuando
claree, manos que no
te corresponden al
irrumpir en la casa.

Luis Miguel Rabanal, «Tres inhalaciones», Amargord 2014

.

Gracias, Manuel. http://www.rick-cafe.com/?sc=5&ida=76 y aquí otro poema: http://www.rick-cafe.com/?sc=5&ida=70

Tres inhalaciones en el blog de Rafael Escobar Sánchez

Rabanal_tres_Inhalaciones_alta
.

Tres inhalaciones, tres calas en una escritura que apuntala su singularidad en el panorama lírico actual y, lo que es más importante, su calidad, en la riqueza poliédrica de su estilo, un hermetismo que traza una escritura exigente y a la vez participativa para el lector a través de una expresión vocacionalmente imprecisa que abre el poema a la diversidad de lecturas e interpretaciones y una aceptación decidida del riesgo de la experimentación, un posicionamiento, casi más ético que estético, fundamentado en la continua reinvención y el socavamiento de las propias certezas artísticas antes de que puedan convertirse en tópicas.

“Las luces largas” destaca por su intensidad de sugestión descriptiva, el talento para la creación de una atmosfera de densa irrealidad dramática en que la naturaleza y la escenografía inquietante del nocturno introducen la recreación en la proximidad de una agonía y una muerte que no se saben si son las del poeta o, en cualquier caso, certeras máscaras de alteridad para ahondar en la propia. Y ese es precisamente su gran logro: la ambivalencia de perspectiva, cierta ambigüedad deliberada entre una distancia objetiva, una frialdad de análisis científico o policial, de mirada inmunizada o vuelta a la asepsia emocional en su contacto cotidiano con la atrocidad y una profundización íntima de monólogo de cadáver rulfiano (…podría ser tu cuerpo aferrado a los grilletes de mi cuerpo (…) /Creer lo ajeno/como propio, sobrecogerse/en la prolongación/adversa…), trazando un bucle desquiciado en que se funden el peso de las ausencias, el miedo o el propio menosprecio y la conciencia de la derrota, grietas entre las que se va filtrando una serenidad que se dilata a medida que se hace patente el acecho de la nada (Morir no tiene por qué/ser diferente a pasar/las aguas con cautela).

“Pequeña galería de poetas sin reloj” supone más que un sugestivo cambio, una amplificación de registro en que la irracionalidad que constituye el cimiento estilístico del autor conserva la heterodoxia, la fluidez creativa (y, mejor aún, libertina) de la imagen (especialmente patente en textos como “Gottfried Benn se saca un poema de la manga”) pero integrándola en una estructura verbal de dicción menos hermética, más asequible, que tiene su valor fundamental en la ironía, un humor contaminado por cierto escepticismo y rendición al desencanto que, desde una perspectiva de deliberado distanciamiento impersonal más propia de un tratado enciclopédico que de un poemario, pone en pie un implacable muestrario de miserias consustanciales al “ser lírico” en que se entralazan la mordacidad contra la incompetencia vital, el infantilismo que quiere disfrazarse de encanto naif o inocencia subsistente, el patetismo de pervertir la espontaneidad en favor de la pose (“Unica Zurn se entretiene con muñecas y trapos”), la complacencia del servilismo ante los “consagrados” (“Victoriano Crémer no se acuerda de mí”), la falacia de su vocación subversiva, el solipsismo o la predisposición morbosa a la melancolía del poeta, (“Efraín huerta se retracta de todo”, “Un tal Jaime Gil nos habla cada día”) a veces con un punto de goce lúdico en el autodesprecio que remite a Pessoa y al más cáustico de sus heterónimos (Álvaro de Campos, claro, quien podría haber firmado un texto como “Philip Soupault se asusta por poco”, poema excelente por su mirada incisiva y desmitificadora contra tópicos sobre la percepción del poeta por parte del “profano” en el mundo literario como el miedo al “acecho apocalíptico” que parece presagiar labor tan poco respetable y enemiga de la sensatez del o su búsqueda patológica de la excentricidad en una continua huida de la mediocridad que se considera definitoria del hombre común.)

“Un poema de amor” resulta ya escalofriante desde la ironía trágica de su propio título, no elegido con cinismo sino desde el desencanto aún peor que constituye la certeza de la imposibilidad de la comunicación y la negación de un espacio de afectividad inocente y depurada del miedo en que pudiera asentarse la vida. Y aquí nuevamente nos fascina la versatilidad de registros, el énfasis en la potencialidad expresiva del lenguaje por medio de una palabra de arista dura, bronca, de dramática y sucia inmediatez frente a la cadencia lírica con que se sugiere una vivencia amorosa que pertenece a la literatura y no a una realidad humana donde no es transplantable su idealismo pero que la sentencia como el error más humanamente justificable a causa de la imposición de la soledad (ha ocurrido porque la realidad la desgracia/escuece asentirla nos impone soñar/con un tiempo más fértil/en disculpas más dulce que nuestro candor/al sonreír abrazados como las pequeñas/que no confían en jamás jamás/escribir con sus dedos manzanas sorbetes). Víctima y verdugo alternan sus voces, tejen una confusión perturbadora que alientan el terror de una (me dan ganas de marchar me dan/ganas de tirarme a los coches/me dan ganas de coger el cuchillo/clavarlo en tu boca por favor no lo hagas abriré así las piernas) y la atrocidad del otro sincopada por la honestidad del reconocimiento de la culpa y su tentativa de expiación en la lucidez sobre la propia debilidad (no me veas con odio/no soy ruin como insinúan afuera/me mortifican tus ojos si miras a alguien) para ir trenzando una corroboración lenta y progresivamente agónica de cualquier probabilidad de redención en lo erótico (y el amor que destruye/lo que sabía acertar aquel rostro/incapaz de abordarse en la incipiente serenidad/al salir a la glorieta de los ajenos no es extraño/comprobar que el deseo se enfrenta al deseo/de alguien que estorba), que queda sellada en la efectividad lapidaria de las últimas líneas (pégame duro da igual/ya no siento nada debo de estar muerta), cruda evidencia de que el dolor solo remite en el instante simultáneo en que culmina la rendición de la vida que ha asolado.

En definitiva, tres partes de factura dispar pero semejante en su coherencia y su apuesta por la radicalidad, que conforman el testimonio de resistencia de una escritura arriesgada, necesaria en un momento histórico y literario en que la palabra se precipita al desgaste, a esa monocordia de su domesticación por el pensamiento estándar que la implacable precisión del maestro Valente llamaba «arte de la poesía ejercido a deshora como una compraventa de ruidos usados».

.

Gracias, Rafael. http://rafaelescobarsanchez.blogspot.com.es/2014/08/luis-miguel-rabanal-tres-inhalaciones.html También aquí: http://astorgaredaccion.com/not/5793/tres-inhalaciones/

Tres inhalaciones en Resumiendo

Rabanal_tres_Inhalaciones_alta
.

LA HELADERÍA, por Jose Angel Garrido

La primera vez que entré en una heladería, lejos de parecerme un paraíso, me provocó una sensación incómoda:

De un lado el derroche de color y sabores. Al otro, y sólo en mi cabeza, una gran incertidumbre a resolver en un tiempo que no sobraba.

Debía elegir.

Allí se encontraba la heladera con su uniforme blanco, inmaculado, con mi cucurucho de galleta vacío de intenciones en la mano izquierda y el funderelele en la derecha, aguardando órdenes.

La mayoría de las veces, la frustración la producía el descarte y el rechazo a algún sabor que durante épocas me había acompañado siempre. Esa vez tocaba vivir sensaciones nuevas.

Luis Miguel Rabanal, en su libro Tres inhalaciones, me ha evitado tener que aparcar en la lectura ninguna sensación y conjuga en sus tres partes, los colores y sabores necesarios para disfrutar de una experiencia mas que notable.

La primera parte, “Las luces largas”, aporta en su texto el amargor de un chocolate intenso y puro que si se funde a la temperatura justa, puede dar cobertura a un interior de experiencias personales.

“Pequeña galería de poetas sin reloj”, tiene una gran carga de cítricos. Refrescante, pero incisivo. En cada poema se aprecian los matices de acidez mezclados con la autocompasión.

En la tercera y diferente “Un poema de amor” hay un sabor a vainilla intenso en su narración que nos define la manera de amar mas cruel. Sabe a dolor.

En definitiva, cojan el “cucurucho” de la portada de esta gran obra y procuren colmarla con los sabores que nos propone, sin tener que renunciar a ninguno.

.

Gracias, José Ángel. https://palomasdehumo.wordpress.com/2014/06/24/tres-inhalaciones-de-luis-miguel-rabanal/