La verdadera historia de Montserrat C. en CULTURAS-La Voz de Avilés

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CEGADO POR LAS PALABRAS / Fernando del Busto

Más conocido por su obra poética, Luis Miguel Rabanal (Riello, León, 1957) realiza ocasionales incursiones en el mundo narrativo, como es el caso de ‘La verdadera historia de Montserrat C. y otros relatos no menos imposibles’, larguísimo título para una obra que no aparecerá entre lo más destacado de su producción, reconocida por la calidad de su poesía.

Comparte, eso sí, algunas de las características de sus versos, como su dominio del lenguaje, su inteligencia, fino humor y amplia cultura.

El tema central de ‘La verdadera historia de Montserrat C.’ es la sexualidad, una sexualidad desbordada, procaz como ya ha explorado en otras ocasiones y que recuerda al Cela más vulgar y celebrado («se derretía como cualquier coño de la sin par y gloriosa plazuela de San Ginés», página 23) para hablar y hablar, ocupar páginas sin llegar a decir nada.

¿Acaso es una metáfora de la vida? ¿La forma de expresar la ausencia de sentido que tanto ha explorado en su poesía? Ya que la existencia no deja de ser una broma de mal gusto, anulemos todo relato, nada se puede decir. Sería una posible explicación, aunque más atribuible al lector que al autor.

Sin ningún tipo de sentido se suceden todo tipo de aventuras y desventuras, siempre con un carácter irreal y donde el sexo es omnipresente. Se podría hablar de un esperpento sexual en el sentido más puro de la figura creada por Valle Inclán. Sólo que los espejos del callejón de El Gato son reemplazados por las páginas de Rabanal.

La clave, tal vez, la aporte el autor en ‘Las cerezas de Alejandra’ el cuento que abre ‘La verdadera historia de Montserrat C. «Escribir y escribir para que la vida no canse» (página 14), en lo que parece toda una confesión entre líneas del escritor.

Es decir, escribir sin preocuparse en la narración, por la trama. Barroquismo para jugar con el lenguaje y exhibirlo con el riesgo de salir indemne después de recorrer un campo lleno de tabúes en los que, además, el autor se encuentra muy cómodo.

Así lo demuestra en ‘Las putas de Dios’, título ilustrativo de esos riesgos que le gusta correr y sus latigazos contra las mentalidades más cerradas, en uno de los relatos con una mínima trama.

Con todo, alguno de los cuentos demuestran la capacidad de Luis Miguel Rabanal para narrar, llegar a contar historias, como sucede en ‘La conciencia pactada, a medias’. Su final borgiano merecía unas mejores páginas previas, donde la orgía verbal nubló el buen sentido creador de Rabanal.

Sí aparece en ‘Yo tengo un hijo del Rajoy’. Es posiblemente el mejor relato del volumen. La provocación nominativa sirve para que Luis Miguel Rabanal fulmine la corrección política y aproveche para ironizar sobre los medios de comunicación. Son las páginas más brillantes de un libro y que demuestran el auténtico escritor que es Luis Miguel Rabanal.

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En el suplemento CULTURAS, Libros, de La Voz de Avilés, sábado 10 de septiembre de 2016

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También aquí: http://archipaviles.blogspot.com.es/2016/09/cegado-por-las-palabras.html?spref=fb

La verdadera historia de Montserrat C. en Playtime-El Plural

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José Ángel Barrueco / CUATRO PROPUESTAS EXPERIMENTALES

De vez en cuando surgen, en el panorama literario español, algunas propuestas raras, diferentes, que descolocan a los críticos y a los buscadores de etiquetas y desconciertan a los lectores, algo frecuente cuando lo experimental asoma la pata. Quien quiera encontrar los patrones habituales (planteamiento, nudo y desenlace) en los libros que hoy mencionamos aquí, debería buscar en otra parte. Quien, por el contrario, prefiera comprobar cómo estos autores solapan los géneros y rompen las reglas, debería anotar sus títulos ya mismo.

 

«La verdadera historia de Montserrat C. y otros relatos no menos imposibles» (Eolas Ediciones)

Diestro y profundo en cualquier género que aborde (novela, poesía, cuento), Luis Miguel Rabanal ya había ejercido de cuentista en «Casicuentos para acariciar a un niño que bosteza». En los once textos reunidos en «La verdadera historia de Montserrat C.» este autor leonés practica el humor absurdo, el toque erótico y la locura. Son relatos jocosos y disparatados (relatos locos, muy locos, como diría alguien que yo me sé, apunta él en la nota final). De muestra, veamos el inicio de «La tata Carolina»: «Dicen que no soy muy mayor todavía pero el próximo 17 de junio mis papis me van a tirar de las orejas once veces (con suavidad, eso sí, porque les partiré si no la cara a hostias)». El juego de palabras y la provocación en cada párrafo son dos de las señas de identidad de estas historias, escritas bajo el influjo del Cela más cachondo (Camilo José Cela tenía una vena humorística que ni siquiera pueden negar sus enemigos), de tal manera que aquí es más importante el cómo se cuenta que el qué se cuenta.

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Gracias, José Ángel. http://www.elplural.com/2016/07/01/cuatro-propuestas-experimentales

La verdadera historia de Montserrat C. en el blog MJ Romero

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LA  MONTSE  Y  LUIS  MIGUEL  RABANAL

Si se puede hablar de un libro que raye en la locura es el de la Montse, titulado literalmente “La verdadera historia de Montserrat C. y otros relatos no menos imposibles”. Desde el primer relato, “Las cerezas de Alejandra”, donde se nos describe barroca y rocambolescamente, y siempre exquisitamente desde el punto de vista literario, el exterior, hasta el último, “El cartelito”, en el que leemos como telón de fondo los horarios, los precios…

Relatos con escenas divertidas, y especial mención a “La conciencia pactada, a medias”, donde mi asombro como lectora va a la par con la locura que se desparrama por doquier, por hablar con un tono lingüístico próximo al de su autor Luis Miguel Rabanal. Digo de locura porque me pierdo entre roturas, caídas y movimientos de electrodomésticos, aparatos y objetos y desvaríos varios de la señora moradora de la casa y su marido, por no hablar de otros personajes, que casualmente o no, pasan por allí.

Esto es solo una aproximación al telón de fondo. El escenario está muy concurrido.

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Gracias, MJ. http://mjromero-alfaro.blogspot.com.es/2016/06/la-montse-y-luis-miguel-rabanal.html

La verdadera historia de Montserrat C. en Hankover

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ANÉMICA Y AGRESTE

Digas la palabra que digas –
das gracias
a la perdición.
PAUL CELAN

En el nombre del padre y del hijo y del espíritu santo, amén Jesús. Con palabras tan pintorescas arrancaba y concluía su trabajo la muchacha aprendiz recién llegada, con urgencia bastante especial, de Navahermosa, provincia de Toledo. En desahogos posteriores reveló que le daban igual festivos que laborables, pascuas que noches bárbaras y buenas, para ella cualquier día era el día señalado para que un ser divino y netamente superior le conminara desde el fondo de los auriculares Samsung hasta algún lugar remoto de su cerebro oscuro: María Hermita, atienda, póngase allí o póngase aquí, ahora de espaldas, más deprisa, haga como que ríe, muévase un poquito a la derecha, no se agache, atienda, atienda, abra la ventana, no conteste a sus preguntas, no, así no, déjese de tonterías y salga ya pitando. Su sumisión, su prontitud, su buen hacer en suma, no parecían tener límites abarcables, o es lo que imaginábamos nosotros, los multiplicadores irreflexivos de su esfuerzo cuando nos acercábamos de puntillas a los grandes ventanales del local para espiar su honradez y las cláusulas de su contrato menos convenientes, claro, después de ciertas horas. Aquel rostro enrojecido, aquellas manos enguantadas haciéndose cruces también detrás de cada apuro, aquel cuerpo estragado por jabonaduras y salmos inequívocos que tanto nos gustaba, aquel corazón tan conmovible y todo lo demás, sobremanera todo lo demás, nos iba descubriendo noche a noche bajo su bata azul incómodos pecados adorables. Hemos de reconocer desde un principio que no olvidábamos que quien con su trajín nos hacía soñar despiertos estaba allí no solo para nosotros sino para comparecer a la mañana siguiente bien temprano a limpiar las mesas con gamuzas y dejar relucientes los suelos de madera de roble natural que habían ensuciado la tarde anterior los niños ruidosos de Montessori. Después de comer, cuando ella regresaba a su pensión de la calle Amor de Dios mirando con parsimonia los escaparates de las tiendas de deportes, acechábamos su andar cansino y su cara preciosa, qué digo preciosa, su cara muy preciosa. Sabíamos con total seguridad que a las veinte y cuarenta y cinco bajaría de nuevo para acudir, esta vez ya sin detenerse, a lo de Juan Arturo a cumplir una noche más su rara penitencia. Seamos sinceros, atender medio a escondidas las usanzas de María Hermita entrañaba un ejercicio cotidiano de revelación y un entretenimiento de razonable poderío capaz de asistirnos con un placer elemental consistente en contemplar su vida de muchacha que sufre su vocación de mártir y a la par mostrarnos el camino de vuelta a la rutina de una juventud, si no descalabrada, sí echada a perder, o casi, por el humo de las pipas.

(…)

Es un fragmento de
“La verdadera historia de Montserrat C. y otros relatos no menos imposibles”, Eolas Ediciones, Col. Caldera del Dagda, León 2016

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Gracias, Vicente. http://hankover.blogspot.com.es/2016/05/la-verdadera-historia-de-montserrat-c_30.html

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Si te apetece conseguirlo a través de la web del editor:
http://www.universitarialibros.com/libro/la-verdadera-historia-de-montserrat-c-y-otros-relatos-no-menos-imposibles_107376

La verdadera historia de Montserrat C. en La Ciudad Sinnombre

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LAS CEREZAS DE ALEJANDRA

Pasos de nadie: es sólo el aire
buscando su camino.
OCTAVIO PAZ

Ahora que me acuerdo, en el lodazal de Porqueras solo estacionaban los entendidos en física cuántica y en enfermería. Los demás, los que erraban por repechos, recodos tan próximos al melodrama y tormentas de antimonio, se tenían que conformar con los pasadizos inmundos de otras ocasiones, o lo que es lo mismo, aparcar frente a las tapias del camposanto, donde los nombres en vez de ser nombres propios son algo más que pecados cautelosos cogidos con las pinzas de depilarse A. el entrecejo, y en las salidas a la tierra del otro lado en las que el ladrón no es ladrón, ni siquiera anestesista con ilustre tenedor de libros que patrulla los caminos por si acaso. Lugares así sin trascendencia, excepto cuando el alcohol de quemar le señalaba con su dedo sucio otra vez a Eradio, el maduro vigilante y el menos necio de los necios, y no podía ya negarle el abrazo bondadoso, el que ahoga la garganta sin circunspección por guarecer tan estupendamente bien la casa de citas de las citas. La filosofía pura es la filosofía que carece de malos pensamientos, no obstante, para empezar, mejor desinhibirse y abortar cualquier parodia por muy pequeña que esta sea en el localucho gélido del reparador de engranajes, asimismo llamado taller, a secas, de pinturas y de chapa. Porque sería cruel no registrarlo en la pizarra de ejercicios espirituales de Carmela, de nuevo ella, la bellísima Carmela irresoluta, que se hallaba sumida en el frívolo coloquio de la jornada de la tarde con Rosario Mínguez en el momento de presentarse en el bufete Don José Esteban profiriendo tales exclamaciones de desesperación que cualquiera podría presagiar que no traerían nada bueno al desarrollo casi definitivo de la historia. Historia sin relato esta que dista mucho de aquellas ceremonias contemplativas en las que uno se topaba con la mugre insolente de Elisa y de Joel dispersa por la estancia, y en apariencia dulce, pero mugre al fin y al cabo y sin limpiar. La sevicia es el entramado del débil, ya lo dejó escrito San Mamerto. El asunto era que del tropezar siempre se lamentan los que poco han tenido que ver en el encarecimiento de la vida en el psiquiátrico, no sea que los chiquillos se vistan con las ropas tan ajadas y luego froten en sus ojos como si tal cosa la calamidad y el estraperlo. Esa tendría que haber sido la costumbre, si no hasta ahora sí a contar desde el 13 de diciembre, al cambiar de manera enérgica la forma de comportarse la muerte y el bostezo con la diversión: las manos no habitadas ya por nadie, la podredumbre de la desmemoria por más que alguien se asomara a mirar por la rendija cómo perdía voz la voz inusual de la muchacha perpleja por el abandono de Miriam al salir de su clase de piano con los cabellos revueltos y enredados a saber por qué manos a otras manos turbias. A veces se desconoce la irrealidad por causas asustadas y no por un desconocimiento que termina de salir de la bañera con sus sales azules y sus ricitos blancos. De tal modo conoció la herrumbre el interlocutor improcedente, el que cruzaba sus manos sin cesar en interludio en plena galerna, el que sonreía para hacer carcajear a quien consentía a diario el cambalache, ¿a que sí? El fresco de la tarde es el fresco de la tarde y punto, protestó el vendedor de paraguas.

(…)

 

Es un fragmento de
“La verdadera historia de Montserrat C. y otros relatos no menos imposibles”, Eolas Ediciones, Col. Caldera del Dagda, León 2016

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Gracias, MJ. http://alfaro-laciudadsinnombre.blogspot.com.es/2016/05/la-verdadera-historia-de-montserrat-c.html

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Si te apetece conseguirlo a través de la web del editor: http://www.universitarialibros.com/libro/la-verdadera-historia-de-montserrat-c-y-otros-relatos-no-menos-imposibles_107376

Entrevista en Diario de León con ‘La verdadera historia de Montserrat C.’ al fondo

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«Desenfado, nostalgia, erotismo, incorrección política, ternura… Vamos, lo de siempre, rabanalidades». Así define su nuevo libro de relatos el poeta leonés Luis Miguel Rabanal / VERÓNICA VIÑAS

Aparte de ‘Elogio del proxeneta’, ‘La verdadera historia de Montserrat C.’ es su segunda incursión en la narrativa, no?
Elogio del proxeneta se publicó en Madrid, por Ediciones Escalera, en 2009. Un año después, en León, editado por Leteo, apareció Casicuentos para abrazar a un niño que bosteza. La verdadera historia de Montserrat C. y otros relatos no menos imposibles será la tercera, y última, agresión a la narrativa, sí.
¿Quién es Montserrat C.?
—A veces la memoria nos gasta bromas muy pesadas, pasa a nuestro lado y ni nos mira. O lo que es lo mismo, Montserrat C. se convirtió en un estupendo punto de partida para empezar a preparar hace ya tiempo esta colección de relatos.
¿Un poeta siempre es poeta, incluso cuando se adentra en la narrativa? Es decir, ¿el libro está escrito en un lenguaje poético?
—Así es, o eso es lo que me achaca la poeta MJ Romero, mi compañera de piso, que escriba lo que escriba siempre termino por escribir poesía. Pero no me lo creo.
¿Qué ha sido de la banda de los petardos?
—Aquella ‘banda’ tan terrible de salteadores del camino del Ariego duró lo que duró la infancia. Demasiado poco tiempo, me temo.
¿El humor es una forma de rebelión?
—Sí en mi caso, sin él muchas veces me perdería en la escritura con inmoderada facilidad. El humor, esa negra carcajada del triste.
Se autodefine como poeta rojo. ¿En la literatura hay que tomar partido?
—Poeta rojo es un decir un tanto irónico. En la literatura, como en la vida, pues en ocasiones ambas son la misma cosa y hasta se confunden y se pelean entre ellas, tomar partido por alguna realidad social siempre viene bien. De la República, de esa utopía extraña, que es de lo que más orgulloso estoy, mejor hablar en otro momento.
En las redes sociales ‘cuelga’ sus poesías, ¿es una forma de educar al personal, en un país donde se lee poco y menos aún poesía?
—Comparto poemas míos y de otras y de otros poetas en las redes y en mi blog Más palabras para olvidar. Y más cosas, claro. No obstante pienso que la poesía no está tanto en Internet como en los libros, o es ahí donde, de poder hacerlo, a mí más me gustaría encontrármela a diario.
¿Los poetas se dirigen siempre a la inmensa minoría?
—Fue René Char quien escribió, no sé si viene mucho a cuento: “En poesía, convertirse es reconciliar. El poeta no dice la verdad, la vive; viviéndola, se vuelve mentiroso”.
¿Qué hay de autobiográfico en ‘La verdadera historia de Montserrat C.’?
—Prácticamente nada, aunque siempre se escapa alguna frase de esas por ahí.
¿Tiene alguna teoría de por qué León es tierra de tantos escritores?
—No pienso que León cuente con más escritores que Guadalajara, por poner un ejemplo. Otro tema distinto sería la visibilidad, no la cantidad, de esos escritores de León y de Guadalajara, por seguir con el ejemplo. Dicho lo cual, sí, es cierto, en León hay muchos escritores, algunos de una calidad humana y literaria más que envidiable.
¿Cree en el poder terapéutico de la palabra?
—No sé de la palabra, pero sí de la escritura. Sin ello, sin la posibilidad de escribir y escribir para que la vida no canse, tal como se dice en el primer relato del libro que nos ocupa, no estaría aquí charlando contigo. No estaría vivo, quiero decir.
Este país valora a muchos escritores cuando ya están muertos y sin embargo usted tiene hasta una calle…
—Este país, entre estos políticos y los otros y los de más allá, es una caca últimamente, en casi todos los sentidos. Lo de la calle, lo más probable que del todo inmerecida, ha quedado con el paso de los años en una anécdota feliz, muy feliz.
¿De dónde surgen los relatos de ‘La verdadera historia de Montserrat C.’?
—De la vida no vivida por olvido y de la contada por algunos calaveras y de la imaginada a solas viendo a Musina dormitar… Literatura al fin al cabo. O eso es lo que pretendía al escribirlos.
¿Los poetas tienen absolutamente prohibida la felicidad o es una cuestión de melancolía?
—Hay poetas cachondos y poetas de una tristeza exquisita. Los poetas, como los guardias civiles y las astronautas y los arzobispos, amén de otras dignas profesiones, son, somos, como cualquier hijo de vecino: tiernas florecillas desamparadas bajo la lluvia torrencial, como a Santa Jenara le prestaba tanto repetir.

http://www.diariodeleon.es/noticias/cultura/si-no-pudiera-escribir-no-estaria-vivo_1072760.html
Entrevista Verónica

La verdadera historia de Montserrat C. y Esteban Gutiérrez Gómez

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Te dejas llevar, como un barquito de papel por el torrente de un río. Sientes que no lo comprendes todo, que algunas pinceladas quedan oscuras, que se marcan pero no logras descifrar su contenido, pero te dejas llevar. Empiezas a leer y rápidamente comienza el viaje. Más que lo que se cuenta es cómo se cuenta. La narración te envuelve, la música de las palabras te deja aletargado… y te dejas llevar. Sonríes, y no sabes el porqué. Es algo orgásmico, algo como que calma, que otorga satisfacción. Que evade y hace pensar a la vez. Y esa prosa, esa barbaridad de palabras, reconforta.

Luego, más adelante, cuando logras salir aturdido de todo aquello, te das cuenta. Qué mamonazo, qué ironía más fina, qué escarapelo tiene este Luis Miguel, cómo refulgen sus neuronas. Y qué salvaje a veces, qué tremendo, cuánta retranca de la buena. Y qué sensible, qué atmósfera crea, qué entrañables los bárbaros y desvalidos personajes. Y qué bien me siento después de haberlo leído.

Por «La verdadera historia de Montserrat C. y otros relatos no menos imposibles» desfilan Karim Benzema, Claudia Schiffer, las chicas de la alegre cofradía de la almeja complaciente, el envidiado Gracialiano y su santo bastón, un señor que dice ser Dios y una monja despendolada. Esos y otros muchos personajes dignos de ser oídos cuando quieren hablar de lo suyo. Historias cercanas, humanas y, por tanto, completamente surrealistas. El sexo y el seso morboso, el picor inguinal, el vicio de vivir.

No contaré ninguna de las tramas, pero con el inicio de ésta comprenderéis su magnetismo:

«El anciano se adentró en el local con entusiasmo, tocando palmas, tocando muchas palmas. No es que aquel día el ambiente en el Desirée 25, a las cuatro menos cuarto de la madrugada, fuera de una apabullante animación (pongamos que la patrulla rural de la guardia civil y un hostelero de Zahínos, más sendos viajantes de arroces Sos y de conservas Miau y algún despistado de Frejenal al que mejor no referirse), pero la entrada del sujeto, ataviado con un fresco y elegante traje de lino blanco, camisa de seda blanca y corbatita color magenta y, por si fuera poco, luciendo una larga y blanca cabellera, así como una barba blanca de patrón mayor de ballenero, tuvo que ser, como mínimo, chocante. Jennifer Fonfría, hermosa como siempre, nada más reparar en él se le acercó corriendo a preguntarle si el vestuario provenía de la marca del celebérrimo ‘Emilio Tuchi’ y el look del tal Llongueras. Mi hijo Jesús quiere ingresarme en un geriátrico, fue la lacónica respuesta de aquel hombre. Dicho lo cual, se dirigió a la barra dispuesto a refrescarse y le pidió algo a la joven Holanda Acosta que aguardaba con impaciencia la visita…»

Inicio del relato “Las putas de Dios».

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La verdadera historia de Montserrat C. y otros relatos no menos imposibles
Luis Miguel Rabanal
Eolas Ediciones, 2016

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Gracias, Esteban. http://bacovicious.blogspot.com.es/2016/06/leyendo-luis-miguel-rabanal-la.html

La verdadera historia de Montserrat C. en Asperezas

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LA TATA CAROLINA

Luego me senté ahí a escribir, imaginando en silencio
sonidos como los del amor después de larga abstinencia.
SEAMUS HEANEY

Dicen que no soy muy mayor todavía pero el próximo 17 de junio mis papis me van a tirar de las orejas once veces (con suavidad, eso sí, porque les partiré si no la cara a hostias). Pero a lo que iba. Resulta que ayer, lunes, chateando a las tantas de la madrugada con mis colegas de 6º C del Corazón de Jesús (sección repetidores), en concreto con Berti y la Vanessa, voy y me ponen al corriente de que el padre de él, todo un señor Abogado del Estado en paro desde hace veintiocho meses, guarda con celo en su portátil un surtido de fotografías eróticas antiguas, valiosas, muy valiosas. Hasta aquí nada extraordinario. Berti descubrió el tomate antes de ayer cuando el autor de sus días olvidó la puerta abierta del despacho y no se detuvo hasta conseguir meter en un lápiz de memoria la colección que ahora, de verdad, no sé por qué, nos empieza a dar que hablar. Nos emplazamos los tres anoche para visionar el contenido más adelante y pasárnoslo estupendo. No proseguiré sin antes presumir de que la franqueza escuece a las familias más que las brasas de un cigarro puro aplastadas en el ojo. ¿Por qué acabo de escribir tamaña tontería? Chi lo sa. A mis padres apenas los conozco. Intentan involucrarme en una serie de artimañas que solo de pensarlo ya me produce una diarrea estival de la leche el mero hecho de esperar a ver cómo será la próxima de estúpida. Con ellos no hay manera. Sin embargo Berti y Vanessa son mi mundo. Precisamente Vanessa me practica las mamadas los jueves y los viernes a la salida del colegio, en el ascensor, detenido el cacharro entre el octavo y el noveno, (a pesar de que haya muy poquito que chupar, ella corrobora que llegará el día, a fuerza de probar y de probar, en que no le cogerá en la boca, tal como admiramos a diario en las películas) y luego, ya en su habitación yo le miro extasiado la teta y media (sí, subrayo lo de teta y media porque tiene una un poquitín crecida y la otra apenas si se nota) y le toco lo de abajo con el dedo y huele bien y sabe rico, a una mezcla deliciosa de churros y margarina con atún. No obstante, cambiando de tema, mis progenitores no tuvieron ninguna ocurrencia mejor que la de ponerme el mismo nombre de mi difunta hermana Adriana el día del bautizo. En masculino, por supuesto. La pobre pequeña se fue derecha al cielo con diecisiete añitos, reiteran hasta la saciedad las paredes de mi casa. También se rumorea por ahí que si no habría sido víctima de una enfermedad de esas que últimamente los telediarios definen como raras. Desde entonces a mis padres se les plasmó en el rostro, y en otros sitios que me callo, una pinta de sonados de lo más característica. Y eso que los vecinos de escalera apostillan, me supongo que para darles más ánimos si cabe, que son un par de profesionales de la salud magníficos (de la dental ella y él de la mental, añado por mi cuenta y riesgo). En lo que atañe a su aspecto físico, me quedaré corto si cotejo lo siguiente, una belleza la de mi madre comparada con la jeta de viejo y alucinado de mi padre. No insisto más porque a mí plin, yo soy de Usera que suele repetir sin gracia la Hermana Luzdivina, mi profe de Sociales, que dicen los mayores tiene un polvo.

(…)

Es un fragmento de
“La verdadera historia de Montserrat C. y otros relatos no menos imposibles”, Eolas Ediciones, Col. Caldera del Dagda, León 2016

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Gracias, Pepe. http://pepepereza.blogspot.com.es/2016/05/la-verdadera-historia-de-montserrat-c.html
También aquí:
Luis Miguel Rabanal reúne en un libro sus mejores relatos de sexo desmedido

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Si te apetece conseguirlo a través de la web del editor:
http://www.universitarialibros.com/libro/la-verdadera-historia-de-montserrat-c-y-otros-relatos-no-menos-imposibles_107376

Ya a la venta «La verdadera historia de Montserrat C. y otros relatos no menos imposibles»

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Si estás interesado podrás conseguirlo en tu librería acostumbrada
o bien pinchando en el enlace a la librería de la editorial:
http://www.universitarialibros.com/libro/la-verdadera-historia-de-montserrat-c-y-otros-relatos-no-menos-imposibles_107376

Editorial: Eolas Ediciones
Título: La verdadera historia de Montserrat C. y otros relatos no menos imposibles
Autor: Luis Miguel Rabanal
ISBN: 978-84-16613-29-8
Precio: 13 €
Fecha: Mayo 2016
Número de páginas: 118
Tamaño: 142 × 200 mm
Colección: Caldera del Dagda

Distribuidores:

Cortesía de Eolas Ediciones
Cortesía de Eolas Ediciones

«La verdadera historia de Montserrat C. y otros relatos no menos imposibles», próximamente

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Muy pronto
«La verdadera historia de Montserrat C. y otros relatos no menos imposibles»
en la colección de narrativa, Caldera del Dagda, de Eolas Ediciones.

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( Reunida su amplia obra poética, Luis Miguel Rabanal regresa a la narrativa con la presente colección de relatos en los que lo erótico se erige como hilo conductor de once historias de sexo desmedido, con perdón, pero acaso no tan inverosímiles como podría parecer.

Autor de estilo a la vez pulcro y boscoso, en la cumbre de su capacidad fabuladora y dueño de una libertad expresiva propia de maestros, Rabanal da en La verdadera historia… otra vuelta de tuerca a su trayectoria como virtuoso del lenguaje, esta vez de la mano de un erotismo aquí glosado con todo lujo de pormenores, numeroso y esperpéntico, desatado y carpetovetónico… Un compendio de variaciones sobre el mismo viejo tema, en el que no falta ningún doloroso gozo, ninguna tampoco de las hirientes y deliciosas ternuras que siempre se han procurado los amantes más intensos, que son también los más espléndidos

En los relatos aquí reunidos, el lector hallará ecos de la verbosidad y el atrevimiento joyceano, pero también resabios de nuestra mejor tradición erótica-literaria, de La Celestina de Rojas, a los «cachondeos» de Cela, una tradición a la que Luis Miguel Rabanal ya se suma en calidad de grande de nuestras letras.

en la contraportada )