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ADAGIO-INVIERNO

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Unánimes de arpegios, los ascensores sueñan
una noche vertical, desangelada y lúbrica,
febril de transparencias.
Sus entrañas
son engranajes de la pura ausencia,
geometrías desquiciadas
como un cristal de nieve o una postal del limbo.

(El tiempo, el tiempo, el tiempo. Los zapatos
con sus mapas de plazas y de tréboles.
La oscuridad antigua, que es el perfil de un gato,
muda esfinge, prefacio de tu espalda.
Las cisternas que gimen con la vida
que, soterraña, escapa a un lodazal lejano de promesas.
El tiempo, y esos valses de las antenas lánguidas,
y los sujetadores que gravitan como palomas rotas,
escarcha insomne de las mercerías.
El tiempo que se curva, terrible y femenino,
en los pechos azules
de la odalisca muerta.)

Pero la noche sigue, desde siempre,
derramándose en todas las escaleras,
y persevera en su alma de arrebatada cólera,
hasta que el sol declare en tu portal
el blanco del invierno y el miedo de los días,
y unas niñas de tristes, lentas trenzas
jugando a las ciudades encadenadas.

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Juan Manuel Macías, «Tránsito», DVD Ediciones/Poesía, Barcelona 2011
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